La seguridad de los datos más personales en relación con la tecnología parece que solo está en peligro en Internet, pero los cacos del nuevo milenio no descasan ni un minuto con el fin de poder hacerse, por ejemplo, con la contraseña de las tarjetas de crédito.
Así, un grupo de científicos de la Universidad de California (San Diego) aseguran haber descubierto un nuevo método por el que los delincuentes consiguen los ‘pin’ de las tarjetas de crédito utilizadas en cajeros automáticos: el calor.
Concretamente, es posible hacerse con las contraseñas gracias a unas cámaras especiales que captan el calor, el cual se conserva unos instantes después de pulsar en los teclados numéricos. De mayor a menor intensidad se puede seguir la clave introducida.
Es evidente que la clave sin la tarjeta no sirve de nada, pero es un primer paso. Para evitar el segundo, los expertos aconsejan, una vez concluida la transacción, aplicar la palma de la mano sobre todo el teclado para equiparar la temperatura de todos los botones.
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