Hideyuki Maruoka. Desde 2011 es representante de la cooperación japonesa (JICA) en Bolivia. Destaca los avances en proyectos de mejoramiento productivo que apoyan en el área rural con el fin de establecer una base de producción para que el agricultor utilice sosteniblemente la tierra, obtenga mejores ingresos y cuide el medio ambiente, especialmente el agua. Un hecho le preocupa: en 1989 visitó como turista la pista de esquí en Chacaltaya y hace cuatro años volvió y ya no existe
— ¿Ya visitó todos los proyectos de JICA? ¿Qué opina de Bolivia?
— Llegué el 4 de abril de 2011, pero no es mi primera vez en Bolivia. Recuerdo que trabajaba en Lima y mi primera visita fue en 1989 como turista y fui a esquiar a Chacaltaya. Veía cómo nevaba. Hace cuatro años volví de nuevo, pero ya no hay nada en Chacaltaya. Es efecto del cambio climático. Eso preocupa.
En JICA también estamos trabajando con un proyecto de investigación sobre desaparición de glaciares en Condoriri y Huayna Potosí, para establecer el impacto del cambio climático. Bolivia es un país muy diverso. Esto lo dice todo el mundo. Pero esta impresión no se la tiene si no se está aquí. He visitado los nueve departamentos, cada ciudad tiene diferente cara. Es un atractivo, pero también una dificultad, porque hay que ajustarse a la cultura, actitud, estructura de economía que son muy diferentes. Hay que pensar para cada región qué se puede hacer como cooperación.
— ¿Esta lógica se aplica en los proyectos de mejoramiento productivo que ejecutan?
— Sí. Sí, hablamos de desarrollo rural, agricultura, cambio climático, lo que se puede hacer es muy distinto (para cada lugar). No se puede aplicar una medida como una panacea para todos. Hay que analizar bien las medidas a tomar.
— ¿Cuántos proyectos tienen en el área productiva?
— En desarrollo rural tenemos proyectos de cooperación técnica en el norte de La Paz, enfocado a la producción de arroz y cacao; otro en Chuquisaca norte para establecer un modelo de desarrollo; y fortalecimiento de capacidad para sistemas de riego con el Servicio Nacional de Riego (Senari).
— ¿Qué resultados reporta?
— Trabajamos para fortalecer la capacidad a la entidad o personal de las contrapartes de forma que la capacitación continúe o se amplíe. En San Buenaventura e Ixiamas, con el arroz, introducimos el sistema de riego en zonas donde se cultivaba haciendo chaqueo. Antes se cosechaba de 1 a 2 toneladas por hectárea y ahora son 5 a 6 toneladas. Definitivamente habrá más trabajo para los productores. Y con este sistema se puede cultivar en el mismo lugar y dos veces por año, cambio drástico.
— ¿Y en el caso del cacao?
— Algunos productores visitaron Brasil para aprender a cosechar cacao. En algunas comunidades ya se están implementando nuevas formas de cultivar el cacao y de otras comunidades las pueden visitar para conocer. Hay mercado para este producto.
— Bajo esta lógica de trabajo con el cacao, ¿cuán importante es la cooperación sur-sur?
— Estamos impulsándola en América Latina. Como hemos trabajado en varios países de la región, podemos invitar a los expertos de esos países para que trabajen en Bolivia. Se puede impulsar para ser más eficiente.(...) Podemos apoyar con otros gobiernos, tenemos la experiencia de trabajo. Nosotros facilitamos un poquito nada más, depende de cada país.
— ¿A qué se refiere con el modelo de desarrollo rural aplicado en el norte de Chuquisaca?
— Es una de las regiones más pobres de Bolivia. Hay una degradación del medio ambiente que está afectando mucho y tenemos que elevar el nivel de vida de la población. Estamos en nueve municipios, 36 comunidades, trabajando con las municipalidades y la Universidad San Francisco Xavier para establecer un sistema de producción sostenible (reproducción de terrazas, sistemas de riego, mejoramiento de suelos). Hemos trabajado con más de 200 miniproyectos y en base a esto se puede establecer un modelo para otras poblaciones similares e institucionalizarlo. El proyecto acaba en mayo del próximo año.
— ¿Hay interés de las autoridades para avanzar en un modelo de desarrollo rural?
— Hay mucha potencialidad. Mirando los indicadores económicos del país son muy buenos, con una política macroeconómica prudente, en las municipalidades hay fondos remanentes y la idea es cómo usarlos para elevar el nivel de vida y reducir la brecha entre ricos y pobres. Lo que vi en el área rural es que emigran a las ciudades y van desapareciendo las escuelas y nadie cuida el medio ambiente. Preocupa cómo mantener un nivel de vida en áreas rurales para que puedan trabajar con la tierra conservando el ambiente.
— Es necesario cuidar esos espacios para producir alimentos que en las ciudades no existen
— Me sorprende, si miramos el mapa de Bolivia tienen bastante territorio, es increíble. La cuestión es cómo utilizar esa potencialidad sosteniblemente. Es la tarea más importante. Santa Cruz es como Japón en extensión de territorio (la diferencia es la población). La cuestión es cómo planificar, regular, también controlar y mantener un balance. Con la política apropiada hay un futuro prometedor.
— ¿Cuál es el monto de los recursos de JICA para Bolivia?
— Tenemos tres modalidades de cooperación: técnica (unos $us 20 millones), financiera no reembolsable (unos $us 15 millones) y reembolsable o préstamos (según el proyecto). Quiero mencionar que ahora que Bolivia tiene muchos recursos financieros, una de sus mejores épocas, necesita considerar un poco la diversificación de la economía para que sea menos vulnerable. Como Japón y JICA queremos apoyar esas iniciativas en las que el Gobierno está actuando de manera proactiva.
Perfil
Nombre: Hideyuki Maruoka
Profesión: Economista
Cargo: Director Representante Residente en JICA en Bolivia
Experto en cooperación
Nació en la Prefectura de Mie, Japón. En 1985 se tituló en Economía, en la Universidad de Hitosubashi. En 1993 obtuvo la Maestría en De- sarrollo Internacional de la Universidad de Nagoya. Desde abril de 2011 hasta la fecha es director representante residente de JICA en Bolivia. Antes de llegar al país era director del Departamento de Centro y Sudamérica (JICA Tokyo en 2008). Antes trabajó como director representante del JBIC (Japan Bank for International Cooperation) con sede en Lima, Perú (2005-2008). Destacó que luego de salir de la universidad se enroló como voluntario de JICA y esto lo llevó a trabajar en Honduras y otros países de América Latina y en Filipinas.
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