Un mayor uso de la moneda nacional para las transacciones de los hogares y de las empresas reduce también el efecto de traspaso de cambios en el tipo de cambio a los precios del mercado interno.
La palabra clave en la argumentación anterior es genuina. La bolivianización, deseable como es, debe producirse por decisiones voluntarias del público, eventualmente apoyadas por pequeñas ventajas para la moneda nacional con relación a la extranjera. Forzar la bolivianización con tasas de encaje legal varias veces más elevadas para los depósitos en dólares que para los depósitos en moneda nacional, lo que hace las tasas de interés en dólares sean significativamente más bajas que en Bolivianos, corre el peligro de que sea revertida.
Infortunadamente, no se está aprovechando bien las ventajas de la bolivianización, por la política cambiaria. Con un tipo de cambio fijo (superfijo) no hay mayor espacio para la política monetaria, aún si Bolivia está muy poco integrada al mercado financiero internacional. Debido a la política cambiaria nuestras tasas de interés son tan bajas (más bajas para los depósitos en dólares) como las de Estados Unidos, estando en coyunturas muy diferentes.
Entre 2006 y 2010 el Boliviano se ha revaluado con relación al dólar. A este proceso se le llama incorrectamente depreciación del dólar. La revaluación del Boliviano per se no debiera contribuir a una mayor bolivianización. Ella se explica por los encajes fuertemente diferenciados y no por la revaluación. En efecto, si no se introducía cuñas artificiales a las tasas de interés, la revaluación hubiese dado lugar a una tasa de interés en dólares más alta, que hubiese hecho que los depósitos se mantengan en la moneda verde
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