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22 marzo 2025
19 marzo 2025
Inflación en Bolivia: El impacto en los hogares y la urgencia de una solución
Carlos Aranda
Economista, del Centro de Estudios Populi
La mañana del pasado 7 de marzo, el Instituto Nacional de Estadística (INE) dio a conocer los últimos datos de inflación en Bolivia. Aunque el término inflación se menciona con frecuencia en los titulares y los análisis económicos, su alcance real suele entenderse mejor cuando vemos cómo el alza de precios repercute en la canasta básica de alimentos, en los servicios esenciales y, en definitiva, en la vida cotidiana de las familias.
En los reportes más recientes, la inflación interanual (es decir, la variación de precios comparada con el mismo mes del año anterior) ha superado la barrera del 13% y queda claro que los años de baja inflación han quedado en el pasado.
Este crecimiento sostenido revela que, en términos generales, todo es más costoso que hace un año. Para entender la magnitud de este fenómeno, basta con observar la tendencia al alza en diferentes categorías de consumo: alimentos y bebidas, vivienda, transporte, prendas de vestir y otros rubros han experimentado incrementos notables
Presión generalizada
Los datos desagregados muestran que casi todas las divisiones de la canasta familiar presentan un incremento significativo. Alimentos y bebidas no alcohólicas lideran la lista con alzas superiores al 20% en comparación con el año pasado, seguidos por bienes y servicios diversos y por artículos del hogar. Este comportamiento sugiere que la inflación en Bolivia no se limita a uno o dos productos “estrella”, sino que se ha convertido en un fenómeno de carácter generalizado.
Uno de los efectos inmediatos de esta dinámica es la erosión del poder adquisitivo: lo que antes podía adquirirse con Bs 100, hoy cuesta bastante más. Si a esto sumamos que varios de los productos que más han subido forman parte esencial de la dieta y el consumo diario —como café, arroz, fósforo, leche en polvo, carne y pescados—, el golpe a la economía de los hogares se hace aún más evidente.
Bolivia frente a la región
Mientras tanto, un panorama comparativo con países vecinos revela un dato inquietante: otras economías latinoamericanas que también experimentaron un alza de precios tras la crisis sanitaria por la covid-19 han logrado, en términos generales, moderar o estabilizar sus tasas de inflación. En contraste, Bolivia exhibe una curva ascendente.
Esta divergencia apunta a factores internos más allá de la inflación importada —a menudo atribuida al encarecimiento mundial de los alimentos o a los efectos del cambio climático—. La gestión monetaria del BCB, la confianza en la moneda nacional y el incremento de la oferta de bolivianos en circulación como mecanismo de financiamiento del Estado, se convierten así en piezas clave para explicar por qué la inflación no solo persiste, sino que se intensifica.
¿Qué está detrás de la inflación?
La mayoría de los economistas coincide en que la inflación, entendida como un alza sostenida del nivel general de precios, tiene su raíz en la relación entre la oferta y la demanda de dinero. Cuando la cantidad de bolivianos en el mercado crece más rápido de lo que aumenta la producción de bienes y servicios, el valor de la moneda tiende a caer, impulsando el costo de casi todo lo que se comercializa en el país.
Por otro lado, es importante no confundir inflación con cambios de precios relativos. Si la carne sube de precio y la gente consume más pollo, el precio del pollo también puede incrementarse. Pero eso, en ausencia de un alza generalizada de otros bienes, no se traduce directamente en inflación, sino en un ajuste puntual de la oferta y la demanda. La inflación ocurre cuando prácticamente todos los precios suben de manera sostenida.
El impacto en el día a día
Para el ciudadano de a pie, la inflación no se traduce únicamente en números rojos y curvas ascendentes en las estadísticas. Se manifiesta cuando el dinero “no rinde” al hacer las compras en el mercado, al pagar los servicios básicos o al abastecerse de artículos de higiene. Con alimentos como el café y el arroz superando el 50% de incremento en el último año, muchas familias han debido recortar o sustituir ciertos productos.
Además, al tratarse de un promedio ponderado, el Índice de Precio al Consumidor (IPC) puede dar una idea global, pero cada hogar lo vive de manera distinta. Una familia con varios hijos pequeños, por ejemplo, sentirá más la subida de precios en productos de higiene o alimentos infantiles. Otro núcleo familiar, donde el gasto principal sea en transporte y servicios, experimentará el alza de forma diferente.
Reflexiones y perspectivas
El panorama inflacionario en Bolivia demanda respuestas claras y efectivas desde la política económica. En primer lugar, se requiere una gestión monetaria que equilibre la necesidad de liquidez con la estabilidad de precios. Paralelamente, la credibilidad en la moneda nacional es crucial: mientras exista incertidumbre sobre el valor futuro del boliviano, el costo de bienes y servicios seguirá tensionado al alza.
Para los hogares, es vital mantenerse informados y, en la medida de lo posible, ajustar presupuestos, buscar ofertas o alternativas de consumo que ayuden a sobrellevar el impacto de la subida de precios.
18 marzo 2025
Pese a escasez de divisas, Bolivia garantiza pago puntual del servicio de la deuda externa y descarta un default
Aunque el país pasa por uno de sus peores momentos en el ámbito económico, por la escasez de divisas y de combustible, el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, garantizó que Bolivia pagará de forma puntual el servicio de su deuda externa, descartando el default.
En la actualidad, el Banco Central de Bolivia no cuenta con las divisas suficientes para poder atender el suministro de combustible. Esto encendió las alarmas.
En este escenario, el exsecretario de la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe), Víctor Rico, advirtió que, si Bolivia no paga las cuotas de las obligaciones con los acreedores internacionales, puede declararse en default.
“Si el Gobierno no paga la cuota de los bonos soberanos, se tendrá que declarar en default y eso sería muy grave; yo espero que se pueda cumplir esos compromisos mañana y en los próximos meses”, dijo.
No obstante, esta figura fue descartada por el ministro Montenegro, en declaraciones a los medios nacionales. “El pago del servicio de la deuda externa está garantizado y estamos haciendo todos los esfuerzos, como lo ha señalado el presidente de YPFB, para el descarguío de combustible”, afirmó en una entrevista con Unitel.
La autoridad dijo que el Gobierno es responsable y cumplirá con el pago del servicio de la deuda externa, pero, si se tendría acceso a los créditos estancados en la Asamblea Legislativa, por más de 1.667 millones de dólares, se compensaría el pago de este servicio con los desembolsos de los créditos.
Hace días, la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, afirmó que, pese al bloqueo del “evismo” y de la oposición en la Asamblea Legislativa, que impidió el ingreso de dólares a la economía nacional, el país cumplió con el pago de la deuda externa.
En 2022 Bolivia pagó 1.810 millones de dólares por el servicio de la deuda externa, en 2023 fueron 1.491 millones de dólares y en 2024, 1.526 millones de dólares.
El llamado default es la situación que se enfrenta ante una cesación de pagos por falta de liquidez. Tiene muy graves consecuencias para el deudor, ya que puede implicar desde el congelamiento de activos hasta caídas brutales en el mercado internacional si el actor es el Estado.