El microcrédito o microfinanzas, actividad a la que se dedican decenas de instituciones financieras de desarrollo o micro financieras, con el discurso de apoyar la lucha contra la pobreza, continúan cobrando, a los más pobres, tasas de interés de usura y obtienen ganancias muy superiores a los de la banca comercial.
A esa conclusión llega, en el estudio “La pobreza: un gran negocio”, la ex ministra de Planificación para el Desarrollo, Graciela Toro, quien señala que desde sus inicios las instituciones financieras de desarrollo han sido dependientes de recursos externos, ya sean concesionales o donaciones.
Con el correr del tiempo se diversificaron en parte sus estructuras de financiamiento, fenómeno que ha estado relacionado con su formalización debido a la posibilidad de captar recursos del público, recursos adicionales de los bancos locales y extranjeros en algunos casos y el capital aprobado por sus accionistas.
La dependencia de subvenciones no ha desaparecido y continúa, lo único que cambió es la vía del segundo piso, afirma la economista Toro.
La cartera bruta de estas instituciones no reguladas pasó de 34 millones de dólares, en 1996, a 84 millones de dólares el año 2007, mientras que la de las reguladas, de 67 a 415 millones de dólares. Ambas han sido financiadas con recursos públicos de fuente cooperación internacional, pero también con recursos nacionales.
Actualmente se señala que el 56 por ciento del financiamiento de los fondos financieros privados, provendría de depósitos del público, el 29 por ciento de bancos, el 11 por ciento de aportes de los accionistas y el 5 por ciento de pasivos de cuentas por pagar. Las instituciones financieras no reguladas, continúan dependiendo en un 49 por ciento de fuentes externas, recursos reembolsables y 36 por ciento de donantes.
Se recuerda que en la presente década, por lo menos dos veces, se ha pasado por momentos en los que ha sobresalido el fenómeno del sobreendeudamiento.
Los analistas explican que esa situación se produjo porque el país entró en un período de crisis, lo que redujo los ingresos de los prestatarios. Pero a su vez reconocen que las entidades de microfinanzas cometieron el error de otorgar créditos demasiado altos por lo que derivó en una situación que culminó con la toma de la SFBED y presiones para obtener condonaciones de deudas.
Costos
Desde la óptica de las instituciones financieras de desarrollo, las tasas de interés en el sistema microfinanciero estarían determinadas por los altos costos administrativos y sus altos costos financieros.
Los costos de gestión crediticia o costos administrativos son elevados por las características de los clientes que debe atenderse, no tienen relación con el monto prestado, sino con la necesidad de hacer uso intensivo de mano de obra, aunque las entidades efectúen inversiones para aumentar las tecnologías.
La actividad es intensiva en mano de obra, montos de créditos pequeños asignados a un número elevado de clientes y para atender esta demanda la necesidad que tienen de contratar un ejército de oficiales de crédito para que realicen visitas a domicilio y centros de actividad, lleven el proceso de evaluación antes de aprobar el crédito, efectúen el seguimiento y control que permite los repagos sin demoras y cuando se trata de tecnología de banca comunal, lleven a cabo las reuniones de capacitación.
En el análisis de la composición de los gastos administrativos se menciona que el 50 por ciento de estos corresponden a gastos en personal y que este gasto está eminentemente orientado a llevar a cabo la aprobación del crédito que requiere, de visitas al domicilio y los centros de trabajo de los potenciales clientes y que su reducción es difícil debido a la información que debe obtenerse para la aprobación, así como el trabajo que debe realizarse por la dispersión geográfica en la que trabajan la necesidad de financiar costos adicionales como mantenimiento de bases de datos, mayor cantidad de cajeros, etc.
Se argumenta que esta situación conlleva la determinación de tasas de interés activas elevadas.
Tasas de interés que rayan en la usura
Las tasas de interés activas elevadas son tan elevadas que rayan en la usura, por lo que es difícil encontrar justificación alguna que no sea el deseo de obtener ganancias rápidas en el cortísimo plazo, dice la autora del estudio.
Una expresión de esta situación son las tasas alcanzadas a principios de 2000, cuando se produjo la crisis de las micro finanzas, llegando a ser de 49.1 por ciento en bolivianos y 31.1 por ciento en dólares para créditos con garantía solidaria a dos meses plazo, cuando la tasa activa de los bancos comerciales y tradicionales llegaba a 18 y 29 por ciento, respectivamente.
Las tasas de interés activas cobradas por el sistema micro financiero siempre han estado por encima de las obtenidas por la banca comercial y en general los costos de transacción han sido transferidos a los prestatarios. Aún en etapas en las que las instituciones financieras de desarrollo obtuvieron subsidios importantes, el crédito no fue barato, se afirma. El argumento establecido para su existencia, que fue ser una opción para el acceso al crédito de poblaciones marginadas, cae por su propio peso, ya que el costo es mucho más elevado y solamente considerando ese aspecto, se constituye en un factor restrictivo para el acceso de poblaciones marginadas, mostrando total inconsistencia entre el discurso y la realidad, agrega la economista Graciela Toro.
El argumento esgrimido por esas instituciones en sentido de que las tasas activas se han ido reduciendo no es del todo correcta ya que la información que se presenta no toma en cuenta dos aspectos: que las tasas activas no son las únicas y en el sistema micro financiero boliviano existen tasas diferenciadas que llegan a ser por lo menos quince puntos porcentuales superiores a la registrada en el último año. Las tasas activas efectivas que son pagadas por los prestatarios son mucho más elevadas, por lo menos diez puntos por encima.
Estas instituciones adoptaron una serie de medidas para reducir el costo del dinero pero no explicaron que esas acciones, como los cambios de tecnología, asistencias técnicas y las capacitaciones a personal estuvieron subvencionadas, pese a ello el costo del dinero ha continuado siendo caro, por lo que puede decirse que el efecto neto de estos esfuerzos han sido positivos, para las entidades micro financieras, no así para los clientes.
El costo del dinero es más elevado si se considera la tasa efectiva activa al cliente, en términos generales, en promedio 10 puntos por encima del nivel establecido para la tasa activa, porque se incorporan un conjunto de costos que deben ser asumidos por el cliente.
Un estudio mostraba que pese a existir un subsidio fuerte hacia las entidades micro financieras, las tasas que alcanzaban a 12 por ciento anuales, llegaban a ser mucho más elevadas porque los costos de transacción le agregaba 37 puntos porcentuales adicionales, llegando en consecuencia a ser de 49 por ciento.
En general las entidades micro financieras han encontrado un mecanismo que les permite obtener niveles de rentabilidad más elevados transfiriendo los costos a los clientes, los que son incorporados en algunos casos en los contratos de una manera velada y, en otros casos, incorporando cláusulas generales que permiten su definición una vez que han sido firmados los contratos.
La lucha contra la pobreza incubó el microcrédito
El Fondo de Desarrollo del Sistema Financiero y de Apoyo al Sector Productivo (Fondesif), fue la cuna de las llamadas instituciones de micro finanzas o financieras de desarrollo que terminaron convirtiéndose en entidades de lucro, con ganancias superiores a los bancos comerciales, pese a haber recibido subvenciones y donaciones.
La ex ministra de Planificación para el Desarrollo, Graciela Toro, en un estudio reciente afirma que el Fondesif recibió montos importantes de recursos provenientes de fuentes externas e internas. Un total de 399 millones de dólares fueron administrados por el Fondesif, de los cuales el 44.5 por ciento, es decir 176 millones de dólares fueron destinados al fortalecimiento de los bancos del sistema y 222.8 millones de dólares al apoyo a las micro finanzas.
A su vez, el Fondesif otorgó subsidios importantes a las instituciones financieras de desarrollo a través de diferencias entre las tasa de interés de mercado ajustado y la pagada por fondos prestados concesionalmente, la pérdida de préstamos en moneda extranjera resultante de variaciones en el tipo de cambio que no fueron asumidas por las instituciones de desarrollo, pero sí por el Estado, el reembolso directo por el Estado o donante de costos operativos y las transferencias financieras directas.
Se ha logrado consolidar un sistema de intermediación micro financiera en base a su gran transformación en empresas financieras privadas en un proceso que pasó de Organizaciones No Gubernamentales sin fines de lucro a instituciones financieras de desarrollo o fondos financieros privados. También en bancos especializados, recuerda la autora del estudio.
Estas entidades obtienen ganancias excepcionales debido a que sus niveles de rentabilidad son superiores a las obtenidas por la banca comercial tradicional, los que están sustentados en las elevadas tasas de interés que cobran a sus clientes, la tasa efectiva cobrada y la transferencia de los costos a los prestata-rios.
Bajo el justificativo de la reducción de la pobreza se ha apoyado el fortalecimiento del micro financiamiento, en cuyo marco se ha incentivado el paso, o cambio de orientación de las entidades micro financieras, desde una postura social por la cual surgieron para la provisión de servicios financieros como préstamos, ahorro, seguros o transferencias a hogares, con bajos ingresos, hacia otra sustentada en una orientación más comercial y caracterizada por el predominio de la rentabilidad, y la regulación, agrega.
Los resultados obtenidos han sido limitados en términos de los propios objetivos planteados: no se ha incrementado la frontera crediticia y menos se ha reducido la pobreza.
Se ha avanzado en apoyar la sostenibilidad financiera pero algunas entidades, las que están orientadas al área rural y tienen un enfoque de banca comunal requieren de subsidio para funcionar y su cobertura es reducida. Las entidades que han actuado a nivel rural también han sobreendeudado a la gente y no necesariamente es deseable la introducción del microcrédito en el área rural, sostiene.
Esta transformación no encontró impedimentos normativos. Se inició con la consolidación de un patrimonio en base a recursos de donación, o subvencionados, acción que no registró cuestionamiento alguno, desde ningún ámbito, lo que le permitió llevar a cabo una reorientación relativamente rápida y sin grandes complicaciones.
Tampoco se puso límites al sobreendeudamiento de la población que había recibido préstamos.
La orientación y características del trabajo de las instituciones financieras de desarrollo ha cambiado, el tamaño de los préstamos ha crecido, está dirigido a clientes con mayor capacidad, existe un cambio de una tecnología crediticia en la que predomina la individual por encima de la solidaria, se observa una mayor complementación entre las entidades del sistema y sobre todo con los bancos, agrega el estudio.
También una mayor concentración de la cartera y de los depósitos que sin abandonar el segmento inicial con el que trabajan se concentra cada vez en estratos de clase media alta urbana, que vive en los departamentos de Santa Cruz, La Paz, Tarija y Cochabamba.
Aplican sobretasas que están relacionadas con la necesidad de cubrir costos transaccionales, por lo que se observa una práctica en la que estas instituciones, como es el caso de las FFP, adicionan 37 puntos porcentuales a una tasa que llegaba, aproximadamente al 12 por ciento, por lo que el costo del dinero que están recibiendo los prestatarios pobres o micro empresariales, es del 49 por ciento anual, agrega.
El Fondesif se creó como una entidad de segundo piso en septiembre de 1995 para enfrentar la crisis financiera que afectó a varias entidades bancarias.
La decisión de crear y consolidar una banca de segundo piso fue parte de la política predominante en las dos últimas décadas, destinada a construir una economía de mercado en cuyo marco y para cuyo efecto se llevó a cabo esta acción por estar en la banca de desarrollo.