09 junio 2020

CAF: 50 años impulsando lo mejor de América Latina

Desde 1970 la institución financiera multilateral ha financiado más de USD 188.000 millones para llevar agua, electricidad, vivienda, educación, salud, movilidad y telecomunicaciones a millones de latinoamericanos que trabajan a diario por un mejor bienestar y dar el salto hacia el desarrollo.

(Caracas, 08 de junio de 2020). Las cifras suelen ser el principal indicador a la hora de hacer un balance sobre los bancos. En el caso de CAF -banco de desarrollo de América Latina- las palabras expresan mejor los logros alcanzados en 50 años para impulsar lo mejor de la región: su gente.


Equidad. 

Esto es lo que se espera de un banco de desarrollo para marcar la diferencia en la población. La presencia de CAF en 19 países ha beneficiado a millones de personas en sectores estratégicos: 77 millones de personas con proyectos de movilidad urbana en los últimos 10 años; 29 millones de favorecidos con proyectos de agua y saneamiento en los últimos 15 años; 2 millones de niños y jóvenes con iniciativas en educación en los últimos 15 años, son algunos ejemplos del impacto en el bienestar y el desarrollo sostenible.

Evolución,

 es lo que se requiere para lograr estos resultados. CAF se constituyó en 1970 con un capital suscrito de USD 25 millones, 50 años después, la cifra asciende a USD 8.000 millones. El promedio anual de aprobaciones durante la década de 70 era de USD 50 millones; mientras que entre 2010 y 2019 llegó a USD 11.749 millones; para un total de más de USD 188.000 millones aprobados en 50 años. “Sólo en 2019 CAF financió la construcción, mejoramiento o rehabilitación de 1.294 Km de carreteras; contribuyó a aumentar la productividad de 23.213 pymes; financió infraestructuras energéticas que beneficiarán a más de 7 millones de personas; y contribuyó con la reducción de 40.000 ton de emisiones de carbono”, aseguró Luis Carranza Ugarte, presidente ejecutivo de CAF.

Integración. 

CAF fue creada por acuerdo de los gobiernos de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela con el objeto de convertirse en un instrumento financiero del proceso de integración de los países miembros del Grupo Andino. En su primera década la Institución financió principalmente proyectos de expansión dirigidos en su mayoría a empresas pequeñas con el propósito de incentivar la producción y las exportaciones intrarregionales. El financiamiento en infraestructura comenzó en 1972 con la construcción del Puente sobre el Río Limón para mejorar la conectividad entre Venezuela y Colombia. En los últimos 20 años la institución promovió la ejecución de 77 proyectos de integración física entre países con un financiamiento directo superior a los USD 11.000 millones. Se trata de proyectos de carreteras, transporte, comunicaciones, energía, logística y medio ambiente principalmente, así como iniciativas de desarrollo fronterizo de carácter multisectorial.

Diversidad.

 A inicios de los 80, el Directorio de CAF aprobó una nueva política operativa que le permite ampliar su campo de acción y consolidarse, no sólo como el brazo financiero del proceso de integración andina sino también del desarrollo de sus países accionistas. Así, la Institución financia los primeros proyectos de desarrollo energético, entre los que se citan el proyecto hidroeléctrico Paute en Ecuador, una interconexión eléctrica a favor de Bolivia y una red de gasoductos en Colombia, entre otros. Actualmente, la cartera de préstamos e inversiones total de CAF a 2019 asciende a USD 26.984 millones.

Colaboración. En diciembre de 1989, CAF duplica su capital autorizado y resuelve invitar a otros países latinoamericanos a participar en su membresía. En los últimos 30 años CAF pasó de tener 5 países accionistas a 19, transformándose de banco sub regional andino al banco de desarrollo de América Latina. Argentina, Brasil, Barbados, Chile, Costa Rica, España, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Portugal, República Dominicana, Trinidad y Tobago, Uruguay, y 13 bancos privados de la región se sumaron a la institución. Entre los noventa y el comienzo del nuevo milenio se posiciona como la principal fuente de financiamiento multilateral de infraestructura de América Latina. En la actualidad es el organismo multilateral líder en energía de la región. Mientras que en 1991 el financiamiento a infraestructura productiva representaba el 5% de las aprobaciones, en 2019 alcanzó el 30,3%.

Solidaridad. La emergencia sanitaria producida por la pandemia del COVID-19, dejó en evidencia el rol de los bancos de desarrollo para salvaguardar la salud y las ganancias sociales logradas en las últimas décadas. CAF puso a disposición de manera rápida, flexible y oportuna recursos de cooperación técnica no reembolsables, líneas de crédito por un monto total de USD 350 millones para la atención inmediata de la pandemia y para políticas anticíclicas por hasta USD 2.500 millones, que sumados al apoyo técnico y la generación de conocimiento representan un apoyo integral para la región.

Sostenibilidad. En 2019, la institución neutralizó las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas desde el inicio de sus operaciones en 1970 hasta 2018, con la adquisición de 162.986 créditos de carbono de un proyecto de la Amazonía peruana que protege y regenera más de 300.000 hectáreas de bosque, remueve más de 1,5 millones de toneladas de dióxido de carbono por año y beneficia a 400 familias locales productoras de castaña.
“La agenda integral de desarrollo de CAF promueve a través de la oferta de instrumentos financieros y servicios de conocimiento, impulsar un crecimiento latinoamericano que permita reducir las brechas de productividad con respecto a economías de ingresos altos en un marco de sostenibilidad medioambiental. Esto a partir de la formulación de iniciativas que fomenten mayores niveles de desarrollo humano e inclusión financiera, potencien la capacidad de gestión de las instituciones públicas, estimulen la integración regional y propicien espacios de discusión y consenso entre los países de la región”, agregó Luis Carranza Ugarte.
Compromiso. Para aumentar la productividad y dar el salto hacia el desarrollo son necesarias reformas estructurales y políticas públicas que faciliten la inversión y promuevan la competencia. Trabajar arduamente por la eficiencia del sector público y las instituciones que promueven el crecimiento. Este cambio institucional es complejo y demanda de importantes consensos políticos, por eso CAF lidera un pacto por la productividad que permita lograr acuerdos políticos que generen ganancias en la economía con una visión de largo plazo. El banco de desarrollo de América Latina ha sido un aliado incondicional durante 50 años para mejorar el bienestar de millones de latinoamericanos. Esta es y seguirá siendo su principal motivación para impulsar el desarrollo sostenible y la integración regional.

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