05 septiembre 2016

Educación financiera para nuestros hijos

El estimado lector coincidirá conmigo que ser padre o madre es quizá la responsabilidad más grande que un ser humano puede enfrentar a lo largo de su vida y la educación que podamos brindar a nuestros hijos será determinante para definir qué tipo de adultos serán a futuro.

Cuando hablo sobre educación, estimados lectores, no me refiero únicamente a enviar a nuestros pequeños a un determinado colegio o escuela, donde los niños recibirán instrucción matemática, social, artística y deportiva; me refiero a la educación integral que los padres debemos dar a los hijos en nuestros hogares. Coincidirán que es en el seno de sus familias donde los niños reciben las bases estructurales de comportamiento, respeto a los demás y responsabilidad que sólo un hogar puede dar.

Es por eso que, en el ámbito de mis conocimientos, me aventuro a aseverar que más allá de las matemáticas, los idiomas, la natación, el fútbol, el kárate o el ballet, la educación financiera es una de las mejores armas que podemos dar a nuestros hijos para enfrentar el futuro, independientemente de la profesión que elijan; por ello, comparto con ustedes algunas ideas que sistematicé sólo al observar e interactuar con buenas madres y padres en mi diario vivir.

Darles un buen ejemplo

En primer lugar, y como lo expresaba en mi artículo del domingo 21 de agosto, es importante dar el ejemplo a los pequeños de que no se debe utilizar el dinero "ligeramente” o comprar compulsivamente. Más bien es necesario definir prioridades en nuestras vidas e identificar lo necesario de lo deseado. Como mi esposa siempre me repite ante mis arranques de locura consumista, se debe mostrar a los niños que en muchas ocasiones hay que ahorrar y esperar para comprar lo que uno desea.

Fijar objetivos

Que los niños establezcan sus propios objetivos es fundamental para que entiendan el valor del dinero y cuán importante es el ahorro. De esa manera es recomendable que cada una de las cosas que ellos deseen pueda convertirse en un ejercicio de "logro de objetivos”.

Fijarse un objetivo y hacer sacrificios para lograrlo puede ser una experiencia muy beneficiosa para la autoestima de un niño, como lo puede ser para un adulto. En esa dirección, algo que por ejemplo me enternece pero también me agrada es que mi pequeña hija ha tomado la decisión de ahorrar en su "chanchito” las monedas que recibe por algún esfuerzo adicional a sus deberes rutinarios para poder comprarse algún gusto caro. Esta decisión es seguida por la pequeña de forma tozuda y sistémica, habiéndose vuelto últimamente algo "codo” con sus decisiones de compra.

Aprender jugando

Una práctica que observé hace un tiempo en el hijo de 11 años de una pareja muy amiga, es que con sus amigos de colegio y a manera de juego, hace pequeños negocios. Quedé muy sorprendido al ver que ello no sólo le está ayudando a ampliar sus habilidades matemáticas, sino también a desarrollar un sentido agudo y muy práctico del valor del dinero. En una charla informal conversé con este pequeño emprendedor sobre diferentes posibilidades de inversión y me sorprendió mucho cómo, a su corta edad, ha podido desarrollar la capacidad de analizar la relación que existe entre el riesgo y el rendimiento de sus decisiones financieras.

Ser generosos

Finalmente debo confesar que, como la mayoría de la gente, también considero que el dinero nos permite satisfacer nuestras propias necesidades y deseos; pero pienso asimismo que éste es muy bueno para ayudar a nuestros seres queridos y a la comunidad en la cual convivimos.

Así, estimados lectores, que creo que en el mundo actual hay que mostrar a nuestros niños el valor del dinero para cada una de nuestras familias, pero también cuán poderoso puede ser para apoyar a otros, por lo que deben conocer y estar conscientes de las necesidades que tienen las personas que viven a su alrededor.

Creo que tener en cuenta la realidad de su comunidad a lo largo de su vida los hará más sensibles a las necesidades y preocupaciones de los demás; y a la vez, más responsables en sus propios gastos y organizados en su accionar financiero.

* El autor, economista, es especialista en estrategia financiera.

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