La Asociación de Instituciones Financieras para el Desarrollo Rural (Finrural) cumplió 18 años de impulso a las microfinanzas en Bolivia. Sus afiliadas son 13 entidades dedicadas a apoyar el desarrollo de la población menos favorecida. La mayoría de ellas inició su actividad hace más de dos décadas, adaptando la tecnología crediticia a las condiciones de sus clientes, enfatizó el gerente general, Néstor Castro Quintela.
A junio del 2011, la cartera de las IFD llegó a Bs 1.955.073. De ese monto, la cartera dedicada al área rural es de 860 millones de bolivianos (44%) y el resto para el área urbana (56%).
Actualmente atienden a 312.622 clientes mujeres y a 81.697 clientes hombres. Del total de clientes, 105.664 están en el área rural (38%) y 243.655 habitan en las ciudades (62%). “Es interesante destacar el tema de género, en el área rural, porque es un sector que ha sido excluido de la economía”, destacó Castro.
Respecto a la mora, indicó que en el 2004 era del 8% y ahora es del 1,4%. “Hay IFD que a nivel individual están con 0,2% de mora. Son muy bajas”.
A principio de este año, la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (Asfi) definió el concepto de sectores que se incluirían en la cartera productiva del sistema financiero nacional. “Hay una fuerte tendencia para atenderla. De los siete sectores productivos, las IFD atienden en más del 50% a créditos para agricultura y ganadería” porque, además de cumplir con sus objetivos, reciben el beneficio de tener niveles menores de previsiones “para que sea más atractivo prestar”, aclaró el ejecutivo de Finrural.
De esta forma, se reducen los créditos de comercio y/o consumo. “Con esta norma por fin han escuchado lo que nosotros hacíamos (...). Lo que nos está faltando y estamos trabajando con la Asfi es generar normativa: mecanismos de incentivo, reglamento específico de evaluación de la cartera agropecuaria que no existe, también trabajar rápidamente en la reglamentación del seguro agrícola, crear un fondo de garantía específico para el sector agrícola”, enumeró Castro.
En estos años encontraron la forma de utilizar servicios y productos financieros de la banca tradicional para llegar al pequeño productor. Por ejemplo, el microleasing (leasing es arrendamiento financiero o contrato de alquiler con derecho de compra) no les sirve para comprar maquinarias grandes, pero si mochilas fumigadoras. El microwarrant no recibe toneladas de soya, pero sí quintales de arroz que al cliente le sirve de garantía para otro crédito.
Su fondeo, captación de recursos para prestar, se realiza a través de mecanismos internacionales, bancos internacionales, agencias de cooperación. Llegan en calidad de préstamo con un costo financiero alto. “Nuestro objetivo es tener las licencias de funcionamiento como una entidad regulada y autorizada para hacer operaciones activas y pasivas en el sistema financiero nacional”, enfatizó.
Para lograrlo, están en la tercera fase del proceso de adecuación que se inició el 2008, luego de que la Asfi emitiera la Resolución SB No. 003472008 , que las incorpora a la regulación como entidades de intermediación financiera no bancaria. La Asfi revisa sus planes de acción. “Todas las IFD que están en el proceso están afiliadas a Finrural”, precisó Castro.
Finrural afilia a 13 entidades
-ANED se creó en 1978.
-CIDRE se fundó en 1981, opera desde 1991.
-Crecer cumplió 21 años.
-Diaconía inició en 1991.
-Emprender se creó en1997.
-Fondeco inició en 1995.
-Foncresol se creó el 2009.
-Fubode tiene 14 años.
-Funbodem opera 24 años.
-Las IFD Idepro, Impro, Promujer y Sembrar Sartawi son afiliadas de Finrural.
Dan crédito y no captan ahorro
Finrural se creó el 28 de septiembre de 1993 por Fades, Aned, Sartawi y Fondeco. Los directores de esas instituciones, en esa época, fueron Marcelo Zabalaga, actual presidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Gustavo Birbuet, Irene Sievers y Shigeru Matsuzaki.
Estuvieron presentes en el acto realizado en el Museo Nacional de Arte, conmemorando 18 años de vida institucional.
Finrural representa los intereses de aquellas instituciones que brindan servicios de microcréditos en las zonas rurales de Bolivia. “Buscar el financiamiento para el desarrollo y en particular, el área rural es la meta. En su proceso de evolución se sumaron otras instituciones financieras urbanas”, recordó el gerente general, Néstor Castro.
Las IFD se reconocen como instituciones y fundaciones civiles sin fines de lucro. “Ésa es su principal característica, pero tienen que ser reguladas plenamente”. Una de ellas, Crecer, obtuvo financiamiento de la Bolsa Boliviana de Valores para continuar con su trabajo.
Las tasas de interés son las más bajas de la región
En el subranking de Eficiencia del ranking “Microfinanzas Américas: las 100 mejores” no aparece Bolivia porque tiene las tasas más bajas de interés en América Latina y el Caribe, señaló el gerente de Finrural, Néstor Castro Quintela.
“La normativa trata de bajar lo más que se pueda el costo para el cliente en la tasa de interés. En el país se tienen las tasas de interés más bajas en microfinanzas del mundo, incluso hay entidades en latinoamérica que tienen más del 80% de interés”, apuntó.
“En Bolivia se está logrando que las entidades sean más eficientes y manejen de mejor forma los intereses; y hay un mejor análisis de riesgo de clientes”, detalló Castro. Sin embargo, el costo aún es elevado porque no hay caminos para llegar a algunas comunidades rurales, la telecomunicación es deficiente, limitada o cara, además hay que cuidar la seguridad en el transporte de dinero “que no es de un millón de bolivianos, sino montos muy pequeños para atender a los clientes”.
Frente a ello, los clientes en el área rural generan confianza. “Saben que tienen que dar la información; allá en el campo está prohibido mentir, cuentan con el apoyo de la comunidad; nuestras verificaciones lo demuestran”.
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