No se había acabado de difundir la noticia de que Bolivia ha sido definida como un “infierno impositivo” de la región, cuando el gobierno anuncia nuevas medidas tributarias, esta vez elevando los aranceles de importación de electrodomésticos.
Parecería que la capacidad de quienes diseñan la política económica del país no trasciende los límites de lo tributario y no se aproxima ni por asomo, al diseño de medidas de promoción e incentivo de la economía, como dijeron los voceros de la Cámara de Exportadores (Cadex).
Esta vez son los importadores quienes toman la palabra y advierten al gobierno que el arancel en cuestión sólo beneficiará al contrabando, porque ese sector ilegal no solamente tendrá mayor demanda, sino que podrá incrementar sus márgenes de utilidad.
Una ecuación que resultará castigando al consumidor, porque los importadores legales trasladarán el nuevo impuesto a los compradores, y lo mismo harán los que venden productos de contrabando.
Para asombro de quienes manejan el país, todo indica que la economía no es una balanza de dos platos y que hay alcances que escapan a la capacidad de entendimiento de improvisados altos funcionarios.
Este debate se da cuando los contrabandistas se han puesto muy tensos por los decomisos de los últimos días, decomisos de mercadería en general y de autos ilegales (chutos).
Los aduaneros son capturados por contrabandistas indignados por la nueva actitud de la Aduana Nacional y esto se va pareciendo cada vez más a una guerra entre un sector que había estado gozando de todas las ventajas y un gobierno que, aquejado por la falta de recursos, decide incrementar los ingresos del TGN captando por lo menos una parte de los recursos que circulan en el zodíaco de lo ilegal.
Este ímpetu por captar recursos del sector ilegal tiene avances y retrocesos. El propio presidente Evo Morales anunció que el proyecto de cobrar impuestos a los cocaleros, incluso a sus bases del Chapare, queda congelado. En vista de ello, el afán recaudador se tiene que dirigir a los sectores de siempre, a los cada vez más escasos bolivianos que van quedando en el sector de los contribuyentes, sector en proceso de encogimiento permanente.
Los contrabandistas le han declarado guerra a la Aduana. Quizá se inspiran en el triunfo que los cocaleros tuvieron ante los afanes del gobierno de aplicarles el pago de impuestos.
Lo que es innegable es que el nuevo arancel sobre las importaciones tendrá un efecto doble sobre la balanza comercial, ya que las importaciones del contrabando no figuran en las cifras oficiales. Por otro lado, un alza en el precio de lo contrabandeado sí afecta a la inflación.
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