La estructura del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que mide el proceso inflacionario en el país, a cargo del Instituto Nacional de Estadística (INE), se modificó poco antes de que asumiera el actual Gobierno, sobre la base de encuestas de hogares que se realizaron durante el año 2003 y 2004.
Lo explicó a OPINION el economista Jaime Pérez, investigador de la Fundación Jubileo, al señalar que el impacto en los precios, del gasolinazo del 26 de diciembre, se podrá establecer a fin de mes, cuando se realice la comparación con los precios del mes anterior (es decir la comparación de precios entre diciembre y enero).
“En la anterior estructura de gasto de los hogares el producto más importante que se tenía, como gasto era la carne de res con hueso. Actualmente con el nuevo estudio que realizo el INE el almuerzo es el bien en el que más gastan los hogares. Antes el pan de batalla estaba en segundo lugar en cuanto al consumo, en la actual estructura el pan está en cuarto lugar y antes están el servicio de transporte y de energía eléctrica”.
Pérez señaló que si se incrementa el precio del pan o los componentes del almuerzo el IPC será mayor, pero si se mantienen los precios del servicio del transporte o de energía eléctrica no habrá mucho incremento en el IPC.
Recordó que el año 1991 fue cuando se estableció la anterior estructura del consumo de los hogares. “Ahí, casi el 50 por ciento era destinado a la compra de alimentos y bebidas. Después estaba el transporte y comunicaciones con 10 por ciento, luego la compra de vivienda, vestidos, calzados, funcionamiento del hogar, educación y salud”. Agregó que actualmente, si se compara el consumo de alimentos y bebidas alcanzamos a un 39 por ciento. Hay una reducción de menos 10 puntos porcentuales respecto al 91.
La estructura de gasto investigadas el año 2003 y 2004 manifiesta que hemos reducido en nuestros conceptos de gastos en la compra de alimentos y bebidas.
Hay otra variación respecto a la estructura de gastos, actualmente los hogares bolivianos gastamos más en transporte y comunicaciones, antes era el 10 por ciento y ahora 16 por ciento . Antes se gastaba en salud 3.8 por ciento y ahora 2.5 por ciento.
También hay incremento en cuanto a esparcimiento y cultura. Antes gastaban 3 por ciento y ahora 6 por ciento.
Estas variaciones del consumo de los hogares han hecho que se tenga una diferente estructura para medir el IPC. Pérez señaló que se siguió la metodología internacional para establecer los nuevos parámetros, mediante una investigación de un año.
Explicó para la Fundación Jubileo, la actual estructura del gasto en los hogares, si se hace una disgregación por niveles de ingreso, se puede inferir que los hogares con menor ingreso destinan el 50 por ciento de su ingreso a la compra de alimentos y bebidas. “Si se compara con la estructura promedio del IPC, los pobres destinan el doble respecto a lo que dice el IPC en cuanto al consumo en la compra de alimentos”.
El economista explicó que hay algunos servicios que no se mueven, por ejemplo a la empleada doméstica, el salario que se le paga no se mueve con frecuencia. O el alquiler de la vivienda, o el suministro de agua potable, energía eléctrica, si se divide por precio unitario son servicio cuyos precios no se mueven mucho.
Agregó que la metodología del INE es aceptable porque es utilizada internacionalmente, pero en la perspectiva de medir mejor el impacto de los precios en los hogares, el INE debería hacer esfuerzos para determinar el impacto en la lógica que tiene el Gobierno que es favorecer a los pobres.
“No es lo mismo que suba el precio de la papa y que afecte a una familia con ingreso superior que a una familia con menores ingresos”, añadió.
Pérez también criticó a algunos canales de televisión que transmiten desde los mercados los precios de los productos porque provocan distorsiones. “Los medios de comunicación pueden generar expectativas inflacionarias. A veces en la mañana vemos que los canales mandan a sus reporteros, preguntan a las caseras, lo que no es correcto. Como es un medio de comunicación masivo otras personas recuperan ese precio y piensan que es el precio de mercado. Las señoras no dan el precio real o donde se pregunta se aumenta el precio y los otros copian ese precio”.
Reclamó que el INE pudiera identificar bien los precios y divulgar esa información todos los días, porque cuando no hay absoluta exactitud de precios se provoca inflación.
El economista señaló que el azúcar no figura ya entre los primeros 20 productos o servicios de consumo familiar.
Pero en la anterior estructura estaba en ese rango. “Está mucho más bajo y eso hace que en cuanto a la medición, se dificulte su impacto”.
Recordó que el proceso inflacionario debido a problemas de abastecimiento se ha dado desde el año 2007 y las medidas que tomó el Gobierno fueron las mismas que las de ahora, como la importación de productos.
La diferencia es que antes se importaba para imponer precios a la producción interna, menores que los que regían fuera del país, en tanto que ahora se importa a precios altos y el precio interno sigue elevándose, como en el caso del azúcar.
Sobre la subvención al azúcar, que se vende en el mercado interno en 25 dólares el quintal pero se importa a 47 o 49 dólares, Pérez dijo que la subvención a veces es buena, pero siempre que no sea universal sino focalizada para beneficiar a un sector de la población.
“La subvención debería beneficiar a los más pobres, porque si es universal provoca desajustes en el mercado y problemas de agio, especulación y contrabando”.
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