Dos centros privados de investigación y la Cámara de Industria, Comercio y Servicios de Santa Cruz (Cainco) piden al Gobierno incentivar la producción de alimentos para controlar la inflación en el país que, entre enero y julio de este año, alcanzó el 6,43%.
Según el Centro de Investigaciones Económicas y Empresariales de la Universidad Privada Boliviana (UPB), se debe diversificar la actividad económica del país y no sólo concentrarse en los sectores intensivos en capital (minería, hidrocarburos).
“La inflación este año está tocando un tema estructural de la economía boliviana. Si bien por el lado monetario el Banco Central está tomando medidas adecuadas, también es necesario que haya un correlato en la actividad económica del sector real (sector productivo)”, precisó el director de este Centro, Ernesto Cupé.
Para el Centro de Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), el incremento de precios en el país no es solamente un problema monetario, sino un tema de incapacidad productiva para garantizar los productos básicos de la alimentación de la población.
Actualmente, “la economía está orientada a dar prioridad el mercado externo y no a reactivar el aparato productivo, principalmente en aquellos sectores que producen para el mercado interno. Esto repercute en el bolsillo de los trabajadores y en la baja generación de empleo”, señala.
Por su parte, el gerente general de la Cámara de Industria, Comercio y Servicios de Santa Cruz (Cainco), Daniel Velasco, dijo que se debe incentivar rápidamente a la producción, establecer medidas reales para recuperar la seguridad jurídica y reglas claras de juego para el sector productivo.
“Aún estamos a tiempo para ejecutar políticas y acciones efectivas para controlar y frenar este aumento de precios y evitar el costo social que trae consigo la inflación, ya que el mayor impacto recae sobre los hogares de menores ingresos”, subrayó.
“La enfermedad holandesa”
Bolivia tiene los síntomas de la “enfermedad holandesa” y este comportamiento se refleja principalmente en las presiones inflacionarias, afirmó el director del Centro de Investigaciones Económicas y Empresariales de la Universidad Privada Boliviana (UPB), Ernesto Cupé.
La “enfermedad holandesa” es la tendencia a tener sobreabundancia de divisas, y al abaratamiento de las mismas. Esto incentiva la importación de todo tipo de bienes y desincentiva la inversión en sectores de baja productividad, especialmente aquellos de baja dotación de capital e intensivos en mano de obra (agricultura y manufactura).
“La demanda está asociada a la mayor oferta monetaria como consecuencia de mayores ingresos por exportaciones, remesas y, en menor grado, por el gasto público”, explicó Cupé. Según datos oficiales, la inflación a julio es la más alta desde 1992 “y la inflación subyacente es la más alta desde 1996”, añadió el experto.
Según el Centro de Investigaciones Económicas y Empresariales de la Universidad Privada Boliviana (UPB), se debe diversificar la actividad económica del país y no sólo concentrarse en los sectores intensivos en capital (minería, hidrocarburos).
“La inflación este año está tocando un tema estructural de la economía boliviana. Si bien por el lado monetario el Banco Central está tomando medidas adecuadas, también es necesario que haya un correlato en la actividad económica del sector real (sector productivo)”, precisó el director de este Centro, Ernesto Cupé.
Para el Centro de Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), el incremento de precios en el país no es solamente un problema monetario, sino un tema de incapacidad productiva para garantizar los productos básicos de la alimentación de la población.
Actualmente, “la economía está orientada a dar prioridad el mercado externo y no a reactivar el aparato productivo, principalmente en aquellos sectores que producen para el mercado interno. Esto repercute en el bolsillo de los trabajadores y en la baja generación de empleo”, señala.
Por su parte, el gerente general de la Cámara de Industria, Comercio y Servicios de Santa Cruz (Cainco), Daniel Velasco, dijo que se debe incentivar rápidamente a la producción, establecer medidas reales para recuperar la seguridad jurídica y reglas claras de juego para el sector productivo.
“Aún estamos a tiempo para ejecutar políticas y acciones efectivas para controlar y frenar este aumento de precios y evitar el costo social que trae consigo la inflación, ya que el mayor impacto recae sobre los hogares de menores ingresos”, subrayó.
“La enfermedad holandesa”
Bolivia tiene los síntomas de la “enfermedad holandesa” y este comportamiento se refleja principalmente en las presiones inflacionarias, afirmó el director del Centro de Investigaciones Económicas y Empresariales de la Universidad Privada Boliviana (UPB), Ernesto Cupé.
La “enfermedad holandesa” es la tendencia a tener sobreabundancia de divisas, y al abaratamiento de las mismas. Esto incentiva la importación de todo tipo de bienes y desincentiva la inversión en sectores de baja productividad, especialmente aquellos de baja dotación de capital e intensivos en mano de obra (agricultura y manufactura).
“La demanda está asociada a la mayor oferta monetaria como consecuencia de mayores ingresos por exportaciones, remesas y, en menor grado, por el gasto público”, explicó Cupé. Según datos oficiales, la inflación a julio es la más alta desde 1992 “y la inflación subyacente es la más alta desde 1996”, añadió el experto.
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