Sin duda alguna, un dato notable del comportamiento de la economía boliviana durante la gestión 2015 fue la baja tasa de inflación, medida por el Índice de Precios al Consumidor (IPC), que mensualmente publica el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
El año cerró con una tasa anual del 3%, mientras en los dos años anteriores la inflación fue mucho mayor; cerró con 5,2% en 2014 y con 6,5% en 2013. Claramente una favorable tendencia decreciente. Sin embargo, hay que destacar que no es la más baja en que lo va del siglo XXI. En 2001 se tuvo una tasa del 1% y casi de cero en 2009 (0,3%).
La inflación es un fenómeno de continua preocupación no sólo en Bolivia, sino en América Latina. El continente se ha caracterizado por tener un comportamiento histórico de altas tasas de inflación en comparación con otras regiones del mundo.
Si bien la tasa de inflación de 2015 es baja, cuando se pregunta a la gente su opinión sobre este indicador opina que no es creíble, que las cosas han subido mucho más de precio de lo que señala este indicador. La explicación sobre esta percepción requiere una aclaración sobre lo que es el IPC, su forma de cálculo, su cobertura, que es amplia y que se mide cada 10 días, destacando que lo que cuantifica, en última instancia, es un promedio.
La cobertura que tiene el IPC en Bolivia es de gran amplitud, abarca las 10 principales ciudades y el indicador promedio para cada una de ellas es diferente. Así, por ejemplo, para 2015 la mayor tasa la presentó La Paz con un 4,6% y la más baja, incluso negativa, la presentó Pando con -0,5%. Una gran variación
Adicionalmente, hay que destacar que la canasta de bienes, cuyo comportamiento de precios se mide, está en el orden de 360 bienes y servicios, los mismos que se agrupan en 12 grupos que, en orden de importancia (ponderación) son: alimentos, transporte, restaurantes y hoteles, vivienda, hogar, diversos, vestidos, recreación, educación, comunicaciones, salud y bebidas alcohólicas.
La importancia que tiene cada uno de estos conjuntos de bienes y servicios se deriva de cálculos estadísticos que hace de tiempo en tiempo el INE, con el objeto de conocer cuál es la importancia, de cada uno de los 360 bienes en las familias, dando como resultado promedios. Por ejemplo, a nivel nacional y para 2015 el grupo que muestra el mayor crecimiento es el de salud con un 6,2% y el de menor es la recreación con sólo el 0,6%. Una gran variación.
Estos datos agrupados ya denotan una gran variabilidad en el comportamiento de precios, lo cual se hace mucho más notable cuando se analiza al interior de cada uno de los rubros. Así, por ejemplo, si se considera, para 2015, el caso de La Paz, el grupo de alimentos que abarca 88 elementos se tiene un comportamiento anual que se mueve en un rango de variación desde un crecimiento del 25%, que corresponde al pan surtido, hasta una variación negativa que llega al 40% y que corresponde a la papaya.
De los 88 bienes y servicios registrados, 47 se expandieron en precios, el último con un 0,1% anual corresponde a presas de pollo, mientras otros cinco que son: la naranja, el plátano, los caramelos, el perejil y el cacao no tuvieron ninguna variación. Es decir cero por ciento. El resto (36 bienes y servicios) disminuyeron su precio promedio del mes de diciembre con relación al precio promedio de diciembre del año anterior en un rango de negativo 0,1% hasta el mencionado 40%.
Que implica lo indicado, que las personas tienen diferentes percepciones sobre la tasa de inflación en función a los bienes y servicios que adquieren, si son lo más que más suben de precio, su conclusión será que la inflación es mucho mayor a la que indica el INE.
Según el INE, la tasa de inflación del rubro alimentos para La Paz es del 5,9%, que es un promedio ponderado mucho mayor si se considera la media simple que daría un resultado de sólo 0,6%. Una enorme diferencia. Y esto es así porque los alimentos no tienen el mismo peso presupuestario en el momento en que las familias asignan sus ingresos, y esto es lo que mide el INE mediante su promedio ponderado y no un promedio simple.
Pero este fenómeno que destaco para diciembre último no es la excepción, sino la regla. Si se observa en el tiempo se puede destacar que las variaciones anuales entre un máximo y un mínimo son enormes, no sólo si se toma en cuenta el índice correspondiente a cada fin de año, sino para cualquier mes del año, medido anualmente. En el periodo 2010-2014 se tienen bienes o servicios que han tenido una expansión anual hasta más del 100% y otros una disminución del 50%. Claro está que no se trata de los mismos productos.
Por tanto, el problema no radica en el indicador del INE, no está en mejorar su metodología, en agregar nuevos bienes y servicios o eliminar otros. Esto no cambia el hecho fundamental que señala que el problema de precios de la canasta familiar en el país radica en su gran variabilidad. Así, mientras ciertos productos crecen cada año enormemente en un momento, en otro se precipitan a la caída.
* Profesor emérito de la UMSA y expresidente del Banco Central de Bolivia.
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