El Gobierno ha tomado como causa fundamental para "autoelogiarse” que la tasa de crecimiento de la economía es la más alta de la región y persigue como un objetivo fundamental el lograr tasas de crecimiento superiores al 5%.
Inclusive con una economía vapuleada como la que tendremos en 2016, el Gobierno insiste en que la tasa de crecimiento también será superior al 5%. Este objetivo a todas luces será inalcanzable; ni siquiera en 2015 se logrará ese crecimiento.
Un primer elemento a destacar es que el Gobierno formula presupuestos inalcanzables, por tanto, la danza de millones que dice que ejecutará finalmente es sólo una ficción. Segundo, afirma y reafirma que los precios internacionales de las materias primas no influyen en la economía, que es la demanda interna el "motorcito” que mueve el fabuloso crecimiento de la economía comunitaria y plural. Tercero, que los colchones financieros que existen, entre las reservas internacionales y la liquidez de los bancos, permitirán sostener el crecimiento a tasas mayores al 5%.
Es importante enfocar tres componentes del Producto Interno Bruto (PIB) que, según el Índice Glogal de la Actividad Económica (IGAE) por sectores a agosto de 2015, son extraños. Estos representan casi el 25% del PIB. En primer lugar, que la contracción del sector hidrocarburos sea apenas de 0,43% es extraño, porque la caída en el valor de la producción de las exportaciones es mayor al 35%, por tanto, el valor bruto de la producción debe tener una caída por lo menos del 20%.
Segundo, que la minería esté creciendo a un ritmo de 1,64% a pesar de las caídas importantes en el valor de la producción del oro y la plata y del resto de los minerales en menor proporción; y tercero, que los derechos de importaciones e impuestos tengan un crecimiento de 7,67%, habiéndose reconocido que existe una caída en las recaudaciones impositivas provenientes de hidrocarburos del 30% y un estancamiento en las recaudaciones impositivas (vea el cuadro 1).
Números extraños son, por decir lo menos, los que muestran este IGAE a agosto de 2015. Algo importante no cuadra en estos números, veremos con datos oficiales finales cómo cierra el año, pero con seguridad serán números a la baja en estos tres componentes del PIB y no se logrará la esperada tasa de crecimiento del 5%.
Impactos de la caída del gas
El Gobierno, en su estilo autoritario, afirmó y reafirmó desde fines de 2014 y muchos meses de 2015 que la baja de los precios del petróleo no influiría en nada en la sólida y blindada economía nacional, que la implantación de su modelito económico "ningunearía” la crisis internacional que afecta a América Latina. La recopilación de declaraciones de ese periodo es variada, inconsistente y hasta folklórica.
La caída de los precios de los hidrocarburos que el Gobierno negó durante todo 2015 ha tenido no pequeñas ni irrelevantes consecuencias en la economía a toda prueba que edificó el Gobierno. Pese a que los efectos de la caída de los precios de los hidrocarburos todavía no mostraron toda su magnitud, las siguientes son repercusiones que negó el Gobierno durante todo el año:
Uno, la disminución de 38% en el valor de las exportaciones de gas natural. De 6.190 millones de dólares en 2014 a 3.850 millones en 2015. Dos, el bajón de 67% de las exportaciones de líquidos. De 600 a 200 millones de dólares, para los mismos años.
Tres, la inexplicable y extraña disminución de las exportaciones de Gas Licuado de Petróleo (GLP) luego de las millonarias inversiones realizadas los últimos cinco años en las plantas de Río Grande y Yacuiba (más de 800 millones de dólares) que no rinden nada. A octubre de 2014, las exportaciones tuvieron un valor de 22 millones de dólares y a octubre de 2015 apenas llegaron a ocho millones, luego de haber triplicado la capacidad de producción. ¿Extraño resultado? Más aún después de ofertar ingresos brutos de más de 870 millones de dólares (el Gobierno lo hizo en octubre 2014).
Cuatro, la caída de los ingresos del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), de 2.240 millones de dólares en 2014 a 1.570 millones en 2015, una baja del 30%.
Cinco, la caída de las regalías y otros en la misma proporción. Seis, la caída de los ingresos por los hidrocarburos, de 24.500 millones de bolivianos en 2014 a 17.100 millones en 2015. Siete, la caída de las utilidades de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), que seguramente disminuirán en un 40% o más, que representan algo más de 400 millones de dólares.
Ocho, la caída de la recaudación de impuestos a las utilidades de las petroleras (YPFB, YPFB Andina, YPFB Chaco, Petrobras, Total, Repsol, BG, PAE), que se encuentran entre las 10 mayores aportantes de Impuestos Nacionales.
Como a los números no se los lleva el viento como a las palabras, estos son inexorables expositores de la realidad, especialmente cuando no se toman las medidas de prevención adecuadas. Es bueno recordar los mismos.
El Gobierno extrañamente presupuestó de 2015 con base a un precio del barril de petróleo a 80,36 dólares -en un escenario de clara disminución de precios a nivel mundial- y con unos precios del gas que se presentan en el cuadro 2, junto a una comparación con las exportaciones reales.
Entre el Presupuesto y lo logrado existieron las siguientes grandes diferencias: las exportaciones de 2015 fueron inferiores en algo más de 1.600 millones de dólares respecto al presupuesto y serán menores en cerca de 2.300 millones respecto a las logradas en 2014. También hay un error en la estimación del precio, que fue superior al 30% para los dos mercados de exportación, pese al nivel algo superior en los volúmenes exportados.
Los ingresos por el IDH, regalías y otros presentan caídas del 30%, con tendencia a ser mayores.
Presupuesto 2016
Las caídas que prevé el Gobierno respecto al presupuesto de 2015 son espectaculares. Uno, el valor de las exportaciones de gas natural caen a 2.498 millones de dólares, es decir, el 45% de los 5.400 millones de dólares que se proyectaron en 2015.
Dos, la disminución de los volúmenes de exportación, de 31,6 millones de metros cúbicos diarios (MMmcd) a 31,23 MMmcd en el caso de Brasil, es decir un 2% de disminución. Y en cuanto a Argentina, de 16 a 14,98 MMmcd; una reducción de 6,4%.
Tres, el descenso en los precios de exportación de gas natural, en el caso del Brasil, de 8,31 dólares por millar de BTU a 4,02 dólares por millar de BTU. Y en el caso de Argentina de 9,71 dólares a 4,55 dólares por millar de BTU, que representa el 53% de disminución.
Cuatro, la disminución del IDH de 12.900 millones de bolivianos a 7.400 que representa el 43%. Cinco, la mengua de ingresos por hidrocarburos, de 17.100 millones de bolivianos en 2015 a 11.500 millones en 2016. Seis, no se conoce la reducción estimada en el presupuesto de YPFB y las otras petroleras subsidiarias de la corporación. Además, para 2016 estiman un precio de 45,16 dólares el barril, con el objetivo de recortar a los entes receptores del IDH sus ingresos, mientras observan cómo evolucionan los precios.
Un crecimiento del 5% basado en la demanda interna, después del descalabro de la economía del gas natural y los hidrocarburos en general, aparejado a la desaceleración que existe en exportaciones e importaciones, es imposible de mantener, ni con financiamiento interno, ni externo.
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