La Reserva Federal (Fed) redujo ayer drásticamente sus previsiones de crecimiento para Estados Unidos este año, pero al mismo tiempo alertó sobre una inflación que ha superado con mucho sus metas.
El banco central constató una debilidad generalizada en la mayor economía del mundo, con el único punto brillante de sus exportaciones, que se benefician de un dólar anémico.
Estados Unidos se expandirá este año entre el 0,3 y el 1,2 por ciento, frente a la banda de entre 1,3 y 2 por ciento que había pronosticado la Reserva Federal en enero.
En otras circunstancias ese recorte agudo habría significado más bajadas de intereses en el horizonte, pero la entidad echó un jarro de agua fría a esa perspectiva al emitir advertencias claras sobre la inflación. Así lo entendieron los mercados, donde la bajada experimentada durante la jornada se acentuó al conocerse las opiniones del Comité del Mercado Abierto de la Reserva Federal, el órgano que fija la política económica del país.
Al final del día, el Dow Jones de Industriales había perdido casi un 1,8 por ciento, bajo el peso también del precio del crudo, que se situó por encima de 133 dólares por barril.
Ese nuevo récord justificó la inquietud de la Reserva Federal sobre la inflación.
Ahora cree que fluctuará entre el 3,1 y el 3,4 por ciento este año, medida por el Índice de Precios de Gasto de Consumo, el barómetro que prefiere el banco central porque no se limita a una canasta de bienes, como sí lo hace el Índice de Precios al Consumo. En enero, la previsión de la Fed era de una inflación de entre el 2,1 y el 2,4 por ciento.
Desde entonces, el crudo ha subido un 41 por ciento y los alimentos en 7 por ciento, según cálculos de Deutsche Bank.
Esa escalada es uno de los factores que lastran a la economía estadounidense, según la Reserva, junto con la crisis inmobiliaria y la reducción del crédito.
La entidad financiera del país del norte consideró que la actividad económica “es probable que sea particularmente débil en la primera mitad de 2008” y anticipó “un cierto repunte en la segunda mitad del año”.
El banco central constató una debilidad generalizada en la mayor economía del mundo, con el único punto brillante de sus exportaciones, que se benefician de un dólar anémico.
Estados Unidos se expandirá este año entre el 0,3 y el 1,2 por ciento, frente a la banda de entre 1,3 y 2 por ciento que había pronosticado la Reserva Federal en enero.
En otras circunstancias ese recorte agudo habría significado más bajadas de intereses en el horizonte, pero la entidad echó un jarro de agua fría a esa perspectiva al emitir advertencias claras sobre la inflación. Así lo entendieron los mercados, donde la bajada experimentada durante la jornada se acentuó al conocerse las opiniones del Comité del Mercado Abierto de la Reserva Federal, el órgano que fija la política económica del país.
Al final del día, el Dow Jones de Industriales había perdido casi un 1,8 por ciento, bajo el peso también del precio del crudo, que se situó por encima de 133 dólares por barril.
Ese nuevo récord justificó la inquietud de la Reserva Federal sobre la inflación.
Ahora cree que fluctuará entre el 3,1 y el 3,4 por ciento este año, medida por el Índice de Precios de Gasto de Consumo, el barómetro que prefiere el banco central porque no se limita a una canasta de bienes, como sí lo hace el Índice de Precios al Consumo. En enero, la previsión de la Fed era de una inflación de entre el 2,1 y el 2,4 por ciento.
Desde entonces, el crudo ha subido un 41 por ciento y los alimentos en 7 por ciento, según cálculos de Deutsche Bank.
Esa escalada es uno de los factores que lastran a la economía estadounidense, según la Reserva, junto con la crisis inmobiliaria y la reducción del crédito.
La entidad financiera del país del norte consideró que la actividad económica “es probable que sea particularmente débil en la primera mitad de 2008” y anticipó “un cierto repunte en la segunda mitad del año”.
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