En tres años (2006-2009), la inversión de los bolivianos en el mercado de valores a través de las sociedades administradoras de fondos de inversión (SAFI) creció en 289,3 por ciento.
Así lo revela un informe de la Bolsa Boliviana de Valores (BBV) que da cuenta de que las inversiones de los ahorristas que confiaron en estas sociedades pasó de 329,7 millones de dólares en 2006 a 953,7 millones en septiembre del presente año.
Estas entidades actúan como inversionistas institucionales y son una alternativa que tienen las personas o las empresas para colocar su dinero y esperar una mejor rentabilidad que en el sistema financiero, compuesto por bancos, mutuales, cooperativas y fondos financieros privados.
Un fondo de inversión se constituye a partir del aporte de personas naturales y empresas (participantes) para su inversión en diferentes instrumentos bursátiles.
Las SAFI reúnen los aportes o ahorros de varias personas y los invierten en bonos de empresas, como la Sociedad Boliviana de Cemento (Soboce), pagarés, valores de titularización, bonos y letras del Tesoro General de la Nación (TGN) y Depósitos a Plazo Fijo (DPF) de bancos.
Estos recursos forman un patrimonio autónomo que es invertido en busca de la mayor rentabilidad posible para que las ganancias siempre vayan en ascenso.
Es así como el número de bolivianos inversionistas pasó de 28.051 en 2006 a 48.627 a septiembre de este año.
Según Armando Álvarez, ex gerente de la BBV, el crecimiento de los participantes como de la cartera de las SAFI se explica en el dinamismo de la actividad económica del país, que se ha expandido hasta alcanzar el 6,15 por ciento el año pasado.
Estos fenómenos igual se explican en el aumento de las exportaciones y el flujo de remesas enviadas por los emigrantes.
Para acceder al mercado de valores de manera directa y con montos económicos pequeños, desde 500 dólares, las SAFI son una de las mejores alternativas.
De acuerdo con Álvarez, los bonos y otros instrumentos disponibles de inversión en el mercado tradicionalmente han generado un mayor rendimiento que los depósitos en caja de ahorro o los DPF.
Datos de la BBV dan cuenta de que en octubre de este año la tasa de interés que se podía obtener por un DPF en dólares a 360 días era de 0,99 por ciento, mientras que en una SAFI la rentabilidad estaba en 3,67 por ciento.
Además, estas entidades no colocan todo el dinero que captan de sus clientes en un solo instrumento, sino que diversifican.
Esto ayuda a que el comportamiento negativo que pueda tener el precio de un bono en el que se invirtió se compense con una cotización más alta de otros valores.
Para formar parte de un fondo de este tipo, las personas interesadas sólo deben tomar contacto con una SAFI, conocer sus políticas de inversión y firmar un contrato de participación. Los aportes del inversionista a un fondo de inversión se expresan en cuotas de participación, que representan a su vez la alícuota con la que formará parte del patrimonio.
Todas estas entidades son reguladas por la Autoridad del Sistema Financiero (Asfi), ex Superintendencia de Bancos y Entidades Financieras, que incluso tienen la obligación de aprobar sus políticas de inversiones y garantizar su buen funcionamiento.
Álvarez añadió que, para colocar el dinero en las sociedades administradoras de fondos de inversión, las personas deben tomar en cuenta el riesgo que están dispuestas a asumir, su política de inversiones, la rentabilidad que esperan obtener por confiar su dinero a la entidad y la liquidez con la que cuenta el fondo.
Este último punto es importante para determinar las posibilidades que tienen los ahorristas de retirar su dinero en caso de que lo necesiten y bajo qué condiciones podrán hacerlo, porque existen fondos donde se colocan restricciones a la salida y devolución de recursos.
Las SAFI “abiertas” y “cerradas”
Los fondos de inversión están clasificados en abiertos (FIA) y cerrados (FIC), y los ahorristas, a la hora de confiar su dinero, deben tomar en cuenta las características de cada uno.
Los primeros son aquellos cuyo patrimonio es variable y el ingreso y salida de los participantes es libre y sin restricciones; es el más común de los fondos.
En este tipo de SAFI las personas pueden exigir la devolución de sus cuotas el momento que lo deseen y el fondo se las deberá entregar conforme a las condiciones fijadas en el contrato. Lo único que podría ocurrir es obtener una menor rentabilidad.
La otra categoría de fondos la constituyen los cerrados, cuyo patrimonio inicial y duración están previamente determinados y cuyas cuotas de participación compradas por los participantes no son redimibles directamente por la sociedad administradora de fondos de inversión.
En este caso, si un participante por alguna necesidad pretende recuperar el dinero confiado, deberá negociar sus cuotas en el mercado de valores.
Además, el ingreso y salida de los participantes podrían, en algunos casos, ser restringidos, es decir que no podrá abandonar el fondo por un plazo determinado en el contrato.
Más datos
En 2006, las sociedades administradoras de fondos de inversión tenían $us 329,7 millones de cartera de inversiones.
Al año siguiente, este monto subió a 389 millones de dólares y en 2008 creció aún más, a 672 millones de dólares.
En marzo de 2009, las colocaciones fueron de 761 millones de dólares y en septiembre subieron a 953,7 millones.
Los participantes en 2006 eran 28.051; en 2007 subieron a 30.856, al año siguiente, a 40.750, y en 2009, a 48.627.
Los inversionistas en las SAFI sumaban 48.627 en septiembre.
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