Ha llegado la época de las vacas flacas?
Tras un inusual periodo alcista de los precios internacionales de las materias primas, ha comenzado una declinación que, hasta el momento, no permite avizorar el final de la espiral a la baja. No se puede apreciar un punto de inflexión, lo cual ha llenado de incertidumbre el mercado mundial.
La causa principal de la crisis de las materias primas es la misma que elevó sus precios: la economía china. Pero esta vez las extraordinarias cifras de un crecimiento de dos cifras, que se pintaba con tendencia al infinito, han comenzado a caer y a tocar tierra, en una señal clara de que el ciclo ha alcanzado un máximo y ahora lo que resta es resistir hasta que se frene este deslizamiento como por un tobogán.
Es difícil creer en las cifras oficiales chinas. A la previsión de 7% de crecimiento del Producto Interno Bruto e incluso algo más, que han anunciado las autoridades del coloso asiático, se contrapone el pesimismo de los analistas bursátiles del globo que no ven señales positivas de recuperación y que, por el contrario, advierten un creciente colapso de las importaciones, un notorio descenso de la producción industrial y, en consecuencia, una menor demanda energética.
Todo se había concentrado en China, debido a su mano de obra barata. El boom industrial demandaba materias primas y petróleo, a medida que los productos chinos, de diversos rubros, llegaban incluso a mercados impensables, en los cuales muchas veces no se han impuesto por su calidad, sino por su bajo y accesible precio.
Simultáneamente a la baja de las cotizaciones internacionales del petróleo y de las materias primas, como efecto del enfriamiento de la economía china, también se han registrado fuertes cracks en las bolsas de ese país, que en la actualidad conforman el segundo mayor mercado de capitales del mundo.
Dos visiones
Con el principal comprador de materias primas en crisis y con una burbuja financiera a punto de explotar, los principales exportadores de commodities en la región tienen un sombrío panorama a futuro, que han intentado combatir con una política cambiaria más agresiva.
El bajón de las exportaciones trata de ser compensado con profundas y consecutivas devaluaciones, con el fin de otorgar más competitividad a las industrias orientadas a la exportación y compensar así el recorte de ingresos a causa de la desaceleración china.
Aunque los efectos de la también llamada ralentización económica del gigante asiático no llegan a Bolivia mediante la bolsa, debido a la poca profundidad del mercado nacional de valores, en las últimas semanas las opiniones en torno a la caída de los precios internacionales de las materias primas se han dividido en dos bandos contrapuestos.
En una economía con predominio de los ingresos derivados de las exportaciones de gas, destinadas a mercados en los que el impacto de la contracción será más notorio y con serias consecuencias, como Brasil y Argentina, los analistas económicos independientes, calificados de "opinadores” por el Gobierno, han afirmado que la crisis de las materias primas se reflejará inmediatamente en una reducción de los ingresos, en particular, y en la aparición de los síntomas de un periodo de vacas flacas.
La nueva fase se caracterizaría por una menor disponibilidad de recursos para la inversión pública y una lógica de ajuste en el gasto corriente.
En oposición, el Gobierno ha mantenido que Bolivia está preparada para la crisis, gracias a un "colchón” de Reservas Internacionales Netas y que la baja de las materias primas no es determinante en una economía en la cual juega un papel central la demanda interna, que se fortalece no sólo con la inversión pública, sino también con el reparto de los bonos sociales.
La visión gubernamental se resume en una declaración del ministro de Economía, Luis Arce, quien dijo que "los precios del petróleo comenzaron a caer desde junio (de 2014) y estamos hablando de casi 15 meses de crisis; entonces, esa crisis, ¿ustedes la sienten? No, ¿verdad? Entonces estamos bien, la economía sigue creciendo, los precios, como lo venimos diciendo, no son la causa del crecimiento de la economía, como dijeron los neoliberales”.
A estas dos principales corrientes se suma una más conciliadora, que admite la importancia, utilidad y oportunidad del "colchón” financiero, pero que prescribe necesarios ajustes para que la economía responda al nuevo escenario configurado por la crisis de los precios internacionales de las materias primas.
Los síntomas
Hay, sin embargo, síntomas claros de que, pese al discurso optimista del ministro Arce, la percepción del Gobierno sobre esta crisis está cambiando.
El presidente Evo Morales ha informado de una reducción global de las exportaciones de más de 3.500 millones de dólares.
Además, ha señalado que, como sucede en la economía familiar, suelen surgir circunstancias en que es imprescindible ajustarse los cinturones. Ha marcado también la línea de la política fiscal cuando ha expresado que se debe aplicar una política de austeridad.
Se ha creado un fideicomiso con recursos de un préstamo del Banco Central de Bolivia y se gestionan créditos externos que llegarán a las regiones más golpeadas por una reducción de sus ingresos a causa de la caída de los precios del petróleo.
Ha terminado la etapa de bonanza y se insinúan los inicios de otra determinada por la tendencia al recorte, aunque el vicepresidente Álvaro García Linera ha anticipado que la inversión pública no sólo que se mantendrá, sino que aumentará. Es, ciertamente, una medida anticíclica, pero que precisa ser sostenible.
Lo evidente es que esta nueva tendencia cambiará en cuanto China comience a recuperarse. Lo malo es que, por ahora, la salud del coloso asiático tiene diagnóstico reservado.
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