La informalidad disminuyó en la región, y en Bolivia bajó entre 7 a 8 puntos porcentuales. Julián Messina, economista investigador del departamento de investigación del banco Interamericano de desarrollo (BID), advierte que debido al escaso crecimiento en la región, algunos trabajadores podrían verse obligados a volver al mismo.
“Esto sería desafortunado, y no sólo debido a la pérdida de la red de protección de seguridad social que significa un empleo en el sector formal. La formalidad también contribuye a la igualdad y, a su vez, la igualdad promueve un sentido de justicia y cohesión social. Se trata de valores que merece la pena mantener, y a los responsables de las políticas públicas competerá decidir cuál es la mejor manera de conseguirlo”, señala en su artículo a menor informalidad, menor desigualdad.
ANÁLISIS
Trabajar en el sector informal, como lo hacen aproximadamente la mitad de los latinoamericanos, quiere decir trabajar en la sombra. A menudo implica trabajar para empresas que no están registradas legalmente, que no pagan impuestos ni cumplen las regulaciones laborales, reflexiona Messina en el comienzo de su artículo.
Pero no sólo no cumple las leyes laborales, sino también el trabajador se ve privado de la seguridad social y de pensiones contributivas.
“Generalmente significa tener un progreso laboral limitado, puesto que la mayoría de las empresas que emplean a trabajadores informales hacen poco o nada para capacitar su fuerza laboral. Por estos y otros motivos, hace tiempo que los economistas han descrito la informalidad laboral como una de las grandes lacras de América Latina”, señaló.
SECTOR FORMAL PAGA MÁS
La informalidad también está estrechamente asociada con otra característica endémica de los mercados laborales en América Latina, a saber, los altos niveles de desigualdad.
“En un libro publicado recientemente, La desigualdad salarial en América Latina, Joana Silva y yo analizamos el fenómeno. Mostramos cómo la disminución de la informalidad influyó en la notable disminución de la desigualdad que se produjo entre comienzos de la década del 2000 y 2012, cuando la desigualdad salarial disminuyó en 16 de los 17 países que estudiamos”, dijo.
Asimismo, señala que la brecha salarial entre el sector informal y el formal es mayor entre los trabajadores poco cualificados que en los altamente cualificados.
Detrás de ese hecho es probable que influyan una combinación de factores, entre ellos el mayor impacto en el sector formal de los salarios mínimos en el aumento de la remuneración de los empleos de baja cualificación con respecto a los empleos altamente cualificados.
Sin embargo, cualesquiera sean los motivos concretos, cuando se observa esos dos hechos juntos, se llega a la conclusión de que las reducciones generalizadas de la informalidad previsiblemente limitarán la desigualdad en dos dimensiones, a saber, entre los trabajadores con habilidades similares y entre los diferentes niveles de habilidades, explicó.
REDUCCIÓN EN INFORMALIDAD
Entre 2002 y 2012, la informalidad disminuyó debido a un crecimiento sostenido sin precedentes y a una mayor vigilancia del cumplimiento de las normas laborales. Disminuyó en más de 10 puntos porcentuales en Brasil, Perú y Uruguay; en 7-8 puntos porcentuales en Argentina, Bolivia y Chile; y en 2 puntos porcentuales en México.
Menciona tres hechos que hicieron que la informalidad baje en la región, como una menor informalidad significa un salario más equitativo entre los trabajadores con niveles similares de habilidades y una disminución de la brecha salarial entre trabajadores altamente cualificados y poco cualificados.
Y la formalización creciente de los trabajadores poco cualificados constituyó un tercer factor que disminuyó la desigualdad. Al observar el conjunto de estos factores, el análisis de nuestro libro sugiere que la disminución de la informalidad contribuyó a reducciones considerables de la desigualdad en Argentina, Brasil y Perú. Jugó un rol similar en Bolivia, Chile y Uruguay, aunque en menor medida.
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