La Konrad Adenauer Stiftung (KAS) publicó, en dos tomos, Un siglo de economía en Bolivia. El compilador de este libro, Iván Velásquez-Castellanos, estuvo de paso en Sucre y CAPITALES lo entrevistó para saber más del contenido de esta portentosa obra y aprovechó para hablar con él de temas relacionados con la economía.
En total son 23 ensayos en los que participaron un historiador y un sociólogo, un demógrafo, 21 economistas, cuatro investigadores, una editora y tres pasantes alemanas. Básicamente, el objetivo de la publicación, cuyo primer volumen contiene “Tópicos de la historia económica” y el segundo “Working papers” es, según su compilador, aprender de las lecciones del pasado.
Entre las primeras reacciones del público lector se hizo notar la baja participación de articulistas mujeres. Al respecto, Velásquez aclaró que no hubo un criterio sexista en la selección y que invitaron a cerca de 10 profesionales bolivianas pero que al final, por una cuestión de tiempos y de términos de referencia, solo participó una sola.
La charla con Velásquez —economista de profesión— resultó tan rica que dividimos esta entrevista en dos partes. Aquí les compartimos la primera de ellas.
CAPITALES (C). ¿Cuál fue la motivación de la KAS para publicar este libro?
Iván Velásquez (IV). Una de las motivaciones es que tenemos como objetivo central y pilar de trabajo la economía social de mercado, que es el modelo económico alemán y que sale como tercera vía a los enfoques extremos de neoliberalismo y socialismo. Obviamente en Bolivia no queremos implementar la economía social de mercado tal cual se aplica en Alemania, sino que apoyamos las temáticas económicas y a varias fundaciones y asociaciones que hacen estudios y análisis sobre el comportamiento de la economía.
Algo que nos llamó la atención es que lamentablemente en Bolivia no se aprecia la historia desde el punto de vista económico, y no cuidamos nuestra historia en general; entonces, todos los análisis que se realizan simplemente ven la coyuntura, el análisis de corto plazo. Una de las motivaciones para esta publicación es tratar de ver que la economía está en función de los ciclos, a periodos largos de comportamiento.
C. ¿Cómo están recibiendo esta obra los distintos actores económicos y políticos del país?
IV. El espíritu de esta publicación es tratar de hacer un análisis serio de la historia económica de Bolivia desde el inicio del siglo XX hasta el 2015; no queríamos dejar de analizar en parte los últimos 15 años de bonanza. Pero obviamente este último ciclo no ha terminado. El libro es un esfuerzo netamente académico, de investigación, y de ninguna manera quiere entrar a la arena política, porque eso lo demeritaría.
El actual es un gobierno de la coyuntura y todavía no ha terminado su ciclo. Además, faltan muchos años para cerrar el ciclo del neoestatismo, como lo hemos nombrado. Quizás para los 200 años, que se cumplen el 2025, cupiera realizar una nueva interpretación de este último ciclo económico.
C. En su artículo “La instrucción y la educación en la historia de Bolivia (1900-2017)” aborda el tema de la relación 'educación-crecimiento' y 'educación-pobreza'. ¿Por qué es importante la educación para el crecimiento y, luego, para el desarrollo?
IV. Primero, el libro busca no centrarnos en crecimiento económico porque este es el resultado de las exportaciones y de las variaciones positivas del producto. Entonces, esa visión deja de lado ver aspectos importantes de desarrollo. El desarrollo es un concepto social global que involucra, por ejemplo, áreas tan importantes para la economía boliviana como es la educación, o como la salud, o como dotar de servicios básicos e infraestructura a la gente pobre. El desarrollo ve temas de reducción de pobreza y desigualdad.
Hay una nueva corriente de economistas que ven que uno de los pilares centrales para que los países puedan crecer es la calidad de la educación. En ese artículo tenemos datos de analfabetismo: en 1825, al inicio de la república, el 95.5% de la población no sabíamos leer ni escribir; es decir, la totalidad de los bolivianos éramos analfabetos. Esa situación no cambió mucho para 1900, cuando el 84% seguía siendo analfabeta (…) Para 1950 bajaron algunos puntos porcentuales (…) En el 2009, si bien el Gobierno reconoce que Bolivia es un país libre de analfabetismo, el INE para el 2017 establece que el 4.90% de la población continúa siendo analfabeta, especialmente entre campesinos e indígenas.
La educación, el conocimiento, los saberes son un pilar fundamental para el desarrollo. Con educación, con capacitación, mucha gente puede salir de la pobreza; es un pilar fundamental de reducción de la pobreza. Y vemos que si bien ha habido muchos avances desde 1982, cuando regresamos a la democracia, en cuestión de educación (…), una deficiencia central hasta el día de hoy es el de la calidad educativa. Mucha gente sabe leer y escribir, pero hay estudios que muestran que niños o universitarios no entienden lo que leen. Por otro lado, vinculado a los profesores, el tema de la modernización de los contenidos es también una asignatura pendiente. Países en donde la educación es universal y donde la calidad educativa mejora, son países que crecen.
C. Usted también habla de la ideologización en la educación. ¿Nota también esto en el manejo de la economía?
IV. Una de las cosas importantes para avanzar en el tema económico es separar las ideologías: a la economía le afectan mucho las decisiones políticas. Eso históricamente, no solo en esta coyuntura. En nuestros 193 años de historia, la política ha afectado negativamente a la toma de decisiones responsables en la economía. Lo ha hecho el gobierno de Víctor Paz, lo han hecho varios otros gobiernos…
En el caso de la educación, está bien, somos una sociedad pluricultural, pero deberíamos cambiar de enfoque, tener uno más progresista y no tan conservador. Por ejemplo, ¿por qué nuestros niños no empiezan a hablar mandarín? Hay cada vez un mayor acercamiento en China y, China será socialista pero es altamente capitalista en los negocios. ¿Por qué no capacitamos a nuestra gente para hacer negocios con los 1.300 millones de chinos?, o ¿por qué no fomentamos que hablen más inglés? (…) Es decir, tratar de cambiar el chip generando innovación, tecnología, una nueva forma de hacer las cosas. Tratar de ver no tanto el interior de los bolivianos, sino cómo los bolivianos pueden aportar en la economía mundial. Una mayor apertura de los bolivianos hacia el exterior.
C. ¿Por qué mayores y mejores ingresos no redundaron en el bienestar y en una distribución equitativa de los recursos?
IV. En la línea de investigación de todos los artículos hemos tratado de identificar cinco etapas desde el 1900 al 2015: liberalismo (1900 a 1930), nacionalismo (1930 a 1952), la revolución nacional (desde el 52 al 85), neoliberalismo (del 85 al 2005) y neoestatismo (2005 al 2015). Pero una característica de la economía boliviana ha sido que no hemos podido, en estas cinco etapas históricas, resolver los problemas estructurales del país; uno de ellos, la pobreza y, asociado a este tema, la desigualdad.
Desde 1825 ha sido obstinadamente difícil reducir la pobreza. Actualmente, con datos del INE, entre el 45 al 48% de la población vive por debajo de la línea de la pobreza. Si bien en la época del neoestatismo, por la bonanza, se reconoce que ha reducido la pobreza extrema fundamentalmente en el área rural, eso ha sido a través de bonos. Pero los bonos solamente sirven para el corto plazo, y en el largo plazo no podemos seguir dando bonos porque se nos acaban. Entonces, hay una alta probabilidad de que esas personas que han salido de la pobreza extrema puedan volver a ella.
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