Según los reportes oficiales del BCB, al 6 de marzo de 2009 las reservas acumuladas ascendieron a 7.664.2 millones de dólares. Un mes antes, a fines de enero de 2009, ésta cifra estaba en 7.783.5 millones de dólares, de acuerdo al reporte estadístico semanal publicado en la página web del BCB, por lo que se experimentó una ligera disminución. Sin embargo, la valoración del Oro que es parte de las reservas, subió de 826.7 a 848.9 en ese mismo período.
Practicamente la totalidad de estos recursos, sin embargo, siguen prestados a bancos y países de Estados Unidos y Europa, varios de los cuales sufren los rigores de la crisis financiera internacional y experimentan déficits fiscales sin precedentes, como el caso de Estados Unidos.
De acuerdo a la normativa del BCB, éste sigue aplicando criterios de "calificación de riesgo de inversión" de las agencias calificadoras internacionales, todas ellas cuestionadas por su rol en las gigantescas estafas y quiebras bancarias de hace sólo meses ocurridos en Nueva York y otros países del mundo. Esta persistencia pone en riesgo la recuperabilidad de las reservas del BCB, a la vez que aplaza indefinidamente las posiblidades de financiar el desarrollo de nuestro país utilizando su propio ahorro interno.
Mario Rapaport cuestionó a fondo el criterio de la calificación de riesgos. "El verdadero riesgo para un país es no crecer, que la salud, la educación y la seguridad de los ciudadanos, que la corrupción y la ilegitimidad corroan los fundamentos del sistema democrático, que se carezca de una ciencia y tecnologías propias, que se deba depender exclusivamente del capital externo, que no haya un aparato productivo y exportador viables. El país está en riesgo cuando sus ciudadanos no tienen perspectivas de progreso, cuando sus hijos se van a vivir al exterior, o sus nietos, si es que se quedan deben seguir pagando una deuda que no tomaron".
Joseph Stiglitz, por su lado, fustigó: "la estructura de incentivos en las agencias de calificación también resultó ser perversa. Agencias como Moody's y Standard & Poor's son pagadas por los mismos a los que supuestamente deben calificar. Como resultado, tienen todos los motivos del mundo para dar buenas calificaciones a las compañías, en una versión financiera de lo que los profesores universitarios conocen como inflación de notas.
Los expertos ejemplificaron sobre la última crisis financiera recordando que "quizás convenga desnudar una situación obvia. Estas calificadoras no anticiparon para nada los problemas que se avecinaban en la economía de los EEUU… No leen, ni califican su evolución. No les importa que de aquí haya partido el impulso final de la grave crisis económica que afecta al mundo entero. Pero eso si tienen la sinvergüencería de descalificar a la CAF por tener relaciones financieras estables con Ecuador, cuyo gobierno se atrevió a contradecir la ideología del mercado".
Practicamente la totalidad de estos recursos, sin embargo, siguen prestados a bancos y países de Estados Unidos y Europa, varios de los cuales sufren los rigores de la crisis financiera internacional y experimentan déficits fiscales sin precedentes, como el caso de Estados Unidos.
De acuerdo a la normativa del BCB, éste sigue aplicando criterios de "calificación de riesgo de inversión" de las agencias calificadoras internacionales, todas ellas cuestionadas por su rol en las gigantescas estafas y quiebras bancarias de hace sólo meses ocurridos en Nueva York y otros países del mundo. Esta persistencia pone en riesgo la recuperabilidad de las reservas del BCB, a la vez que aplaza indefinidamente las posiblidades de financiar el desarrollo de nuestro país utilizando su propio ahorro interno.
Mario Rapaport cuestionó a fondo el criterio de la calificación de riesgos. "El verdadero riesgo para un país es no crecer, que la salud, la educación y la seguridad de los ciudadanos, que la corrupción y la ilegitimidad corroan los fundamentos del sistema democrático, que se carezca de una ciencia y tecnologías propias, que se deba depender exclusivamente del capital externo, que no haya un aparato productivo y exportador viables. El país está en riesgo cuando sus ciudadanos no tienen perspectivas de progreso, cuando sus hijos se van a vivir al exterior, o sus nietos, si es que se quedan deben seguir pagando una deuda que no tomaron".
Joseph Stiglitz, por su lado, fustigó: "la estructura de incentivos en las agencias de calificación también resultó ser perversa. Agencias como Moody's y Standard & Poor's son pagadas por los mismos a los que supuestamente deben calificar. Como resultado, tienen todos los motivos del mundo para dar buenas calificaciones a las compañías, en una versión financiera de lo que los profesores universitarios conocen como inflación de notas.
Los expertos ejemplificaron sobre la última crisis financiera recordando que "quizás convenga desnudar una situación obvia. Estas calificadoras no anticiparon para nada los problemas que se avecinaban en la economía de los EEUU… No leen, ni califican su evolución. No les importa que de aquí haya partido el impulso final de la grave crisis económica que afecta al mundo entero. Pero eso si tienen la sinvergüencería de descalificar a la CAF por tener relaciones financieras estables con Ecuador, cuyo gobierno se atrevió a contradecir la ideología del mercado".
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