"Disculpa la demora", se excusa, E.Z., en español, mientras aparca la bicicleta y pide un café expreso. El encuentro se realiza en un pequeño bar de la nueva zona alternativa de Zúrich, bastante alejada de Paradeplatz, el centro financiero de la ciudad. No lleva traje ni corbata; hace un par de años, los cambió por un chándal y decidió convertir su pasión por el deporte en su nuevo trabajo.
Durante siete años trabajó para un banco privado suizo. Sus clientes estaban en Latinoamérica, concretamente en Argentina y Panamá. Entró en uno de los momentos más difíciles para la banca privada, durante la crisis financiera de 2008. Las nuevas regulaciones alrededor de las inversiones en bancos suizos, especialmente impulsadas por Estados Unidos, hicieron que el ya de por sí competitivo mundo de las finanzas se agudizara alrededor de la adquisición de clientes.
"Las entidades financieras empezaron a trasladar el riesgo en la figura del gestor", cuenta el ex gestor. Recuerda que países como Argentina o Brasil empezaron a restringir la salida de capitales. "No se podía viajar para hacer negocios a su territorio. No estaba permitido entrar al país con un teléfono móvil de la empresa, sin embargo, de alguna manera había que adquirir nuevos clientes,engrosar el portafolio y ser rentable", explica.
¿Cómo lo hacías? "Tomando riesgos personales, como guardar en el teléfono privado los contactos de los clientes, lo que ya es un delito, pues estás rompiendo con el secreto bancario que rige en Suiza y con las normas internas del banco", cuenta. Aunque los jefes lo saben, no dicen nada. Comenta que es necesario romper muchas de las reglas para ganarse la confianza de los clientes, si no sería imposible realizar negocios. "Hay que llamarlos, visitarlos, escribirles", dice. Al final son ellos los que les ayudan a manejar su patrimonio.
Evasión de impuestos
Además, dice que los clientes también prefieren encubrir sus nexos con entidades financieras suizas. "Es un miedo justificado, sobre todo por razones morales más que legales", aclara. "Se trata de gente que ha trabajado durante décadas para construir sus fortunas. No siempre quieren evadir impuestos, por ejemplo, conocí el caso de una familia que por riñas personales y malos manejos de uno de los hermanos mayores, decidió depositar una parte de su capital en nuestro banco. Cosas así pasan en cualquier familia", concluye.
Pide otra taza de café y cuenta su experiencia con la tranquilidad que le da la distancia de no formar ya parte de ese negocio. ¿La presión de adquirir nuevos clientes y generar transacciones e inversiones puede hacer que haya gente que se mueva entre lo legal y lo ilegal? "Todo depende del perfil del gestor. Sorprendentemente, los gestores más exitosos son los que consiguen fortunas que pueden considerarse dudosas. No existen estadísticas que lo demuestren, pero es algo que se sentía dentro del banco", comenta.
Define el ambiente de trabajo como "poco cooperativo", especialmente en los mercados difíciles, Venezuela o Argentina. En Europa, Francia o Bélgica. Conoce poco el mercado español, pero lo recuerda también como un destino "difícil, en el sentido de que el país hizo mucho para evitar evasión de impuestos y creció la competencia local. Es decir, que la gente pensaba más en utilizar los servicios de bancos nacionales que internacionales", argumenta.
Desde 2008, abrir una cuenta en un banco suizo se convirtió en un proceso muy complicado. Hay que presentar muchísimos papeles. "Estados Unidos impulsó una serie de regulaciones que Suiza se vio obligada a implementar rápidamente, mientras que en ese país sigue siendo mucho más sencillo. No se rigen bajo los mismos estándares de 'compliance y know your client'. Muchos de mis clientes me contaban que en EEUU es mucho más rápido abrir una cuenta, ya sea para una sociedad, empresa o individuo".
Si las autoridades de los países lo saben o no, "hay que decir que muchos ignoran algunas evidencias. Se organizan eventos en lugares seguros, como las Bahamas, para hablar de negocios. A estos eventos asisten políticos, académicos, banqueros y potenciales clientes. La gente va a encontrarse para hablar tranquilamente de inversiones", comenta.
Lo que tiene que quedar claro es que no es un trabajo ilegal, que un gestor no ayuda a sacar dinero para evadir impuestos, y tampoco todos los que ponen su dinero en una cuenta en Suiza han robado nada. Son historias rodeadas de éxito y de trabajo, en la mayoría de los casos.
Al hablar de los papeles de Panamá, aclara que los bancos tratan de operar siempre arropados por las leyes internacionales y locales. "Los bancos nunca hacen nada ilegal, la cuestión tiene que ver más con lo moral. Es la misma cuestión que cuando tienes una empresa que produce el 98% de ingresos en otros países y paga impuestos de 50% en donde sólo genera el 2%. El dinero siempre encontrará un camino para pagar menos impuestos o correr menos riesgos. Eso siempre ha pasado y creo que seguirá pasando", sentencia.
El segundo café se ha terminado, y pronto tiene que irse, la siguiente clase está por comenzar. Ante la pregunta de ¿por qué dejó la banca? responde, "me sugirieron que renunciara".
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