Un estudio revela que la urgencia de obtener un crédito, en una economía de desempleo e informalidad, ha llevado a cientos de miles de personas a solicitarlo de las entidades microfinancieras y de los bancos especializados a tasas de interés activas tan altas “que rayan en la usura” y que alcanzaron 49,1 por ciento anual en bolivianos y 31,1 por ciento en dólares
Así lo revela la investigación La pobreza, un gran negocio, realizada por la ex ministra de Planificación Graciela Toro, el movimiento feminista Mujeres Creando y la Oficina contra la Usura Bancaria.
Las instituciones microfinancieras (IMF) y los bancos especializados duplicaron su cartera bruta llegando a un monto de 1.382 millones de dólares en 2008, de los 629,5 millones de 2006.
Según el análisis, las tasas de interés de las ONG y entidades de microcrédito “son tan elevadas que rayan en la usura y se hace difícil encontrar una justificación que no sea el deseo de obtener ganancias rápidas en el corto plazo”.
La fijación de los intereses halla su justificación en los costos de gestión crediticia o los denominados costos administrativos en los que deben incurrir las financieras.
Debido al segmento de clientes que deben atender, las entidades hacen un uso intensivo de mano de obra e inversiones en tecnología que no guarda relación con los montos financiados a las personas.
Los créditos que se canalizan constan de montos pequeños y tienen una elevada demanda que obliga a las IMF a contratar un ejército de oficiales de crédito “para que realicen visitas a domicilios y centros de actividad y evalúen el proceso antes de aprobar el crédito” y para que ejerzan el seguimiento y control que permita que los clientes cumplan con el repago sin demoras.
En el análisis de la composición de los gastos administrativos se menciona que el 50 por ciento corresponde a personal y su disminución es difícil debido a la información que debe obtenerse para la aprobación del crédito, lo cual ha sido cargado al prestatario al canalizarle los recursos.
Las tasas de interés a principios del año 2000 (crisis de las microfinanzas) llegaba a 49,1 por ciento en bolivianos y 31,1 por ciento en dólares para créditos con garantía solidaria a dos meses de plazo, cuando la tasa activa de los bancos comerciales y tradicionales llegaba a 18 por ciento y 29 por ciento.
El estudio revela como el último dato actualizado la tasa de interés vigente en 2004, que alcanzó a 23 por ciento.
“Las tasas de interés activas cobradas por el sistema microfinanciero siempre han estado por encima de las obtenidas por la banca comercial y en general los costos de transacción han sido transferidos a los prestatarios; aun en etapas en las que las IMF obtuvieron subsidios importantes, el crédito no fue barato”.
Esto ha dado lugar a un proceso de acumulación y ganancia para el rubro microfinanciero, “un sector más de acumulación y ganancia disfrazado y subvencionado y que ha desatado procesos de endeudamiento en la gente”, además de que ha transferido capital de la economía informal a la formal.
Los clientes de estas entidades aumentaron de 552.000 a 796.000 entre 2006 y 2008. Este crecimiento también ha estado determinado por la mayor actividad de los fondos financieros privados (FFP).
Las IMF argumentan que las tasas de interés se han reducido en los últimos años, pero el estudio concluye que esto no ha sido del todo evidente.
Las instituciones para canalizar financiamiento no sólo toman en cuenta la tasa efectiva (costo del crédito), sino que añaden tasas diferenciadas que son superiores en 15 puntos porcentuales a la tasa efectiva que rige de manera oficial en las pizarras de información al público.
Cooperación a bajo costo
El estudio impulsado por la especialista Graciela Toro revela que las instituciones microfinancieras (IMF) y la banca especializada obtuvieron recursos de organismos internacionales a bajo costo y subvencionado.
Menciona al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que aportó para el Banco de Desarrollo Productivo (BDP) a través del Proyecto Microcrédito y Ahorro Popular (MAP); el Programa de Apoyo al Microcrédito (PAM); la GTZ (Cooperación Técnica Alemana) e incluso la cooperación estadounidense USAID.
También destaca que el Estado, con recursos de fuente externa pero también de fuente interna del Tesoro General de la Nación, ha otorgado subsidios e incentivos para el funcionamiento y consolidación del sistema microfinanciero.
Se menciona, por ejemplo, la tasa de interés de mercado ajustado y la pagada por fondos prestados concesionalmente; la pérdida en el tipo de cambio, asumida por el Estado, y el reembolso de costos operativos.
Detalles del estudio
Se calcula que el 90 por ciento de los prestatarios son mujeres dedicadas al comercio.
Todas ellas son madres que tienen entre tres y cuatro hijos y procuran mejorar ingresos.
Las tasas altas son justificadas con el amplio personal que tienen para ceder los créditos.
El estudio pasa revista a todas las entidades que actúan en el ámbito de las microfinanzas.
El estudio fue presentado el miércoles por la autora de la investigación, Graciela Toro.
Las microfinancieras recibieron créditos concesionales de organismos internacionales.
Estado de cartera y número de clientes (2006-2008)
2006 2008 2006 2008
Entidad Nº prestatarios Nº prestatarios Cartera Cartera
Bruta $us Bruta $us
Crecer 80.095 71.381 26.913.202 29.327.042
Idepro 1.246 2.369 3.348.601 7.507.590
Diaconía 30.120 40.193 19.598.328 29.996.721
Promujer 99.015 85.948 19.421.814 18.397.202
Fondeco 8.120 9.242 8.602.881 8.930.800
ANED 17.913 16.883 15.851.384 12.659.904
Sartawi 1.171 2.385 2.831.698 2.570.120
Prodem 68.792 9.976 108.944.000 240.794.000
FIE 51.973 66.987 73.850.000 246.187.000
Fortaleza 3.364 8.744 27.644.000 48.318.000
Agrocapital 6.149 20.602 16.334.000 26.053.000
EcoFuturo 15.064 42.535 19.065.000 71.778.000
Banco Los Andes 74.218 111.069 146.461.000 342.947.000
BancoSol 85.000 109.763 130.106.000 296.325.000
FASSIL 10.393 -- 10.527.000 31.897.000
TOTAL 552.633 668.077 629.498.908 1.381.791.380
FUENTE: “La pobreza, un gran negocio”
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