Después de dos años de mantener congelado el tipo de cambio, en noviembre de 2010 el Banco Central de Bolivia (BCB) decidió apreciar la moneda nacional con el objetivo de contrarrestar la inflación y preservar el poder adquisitivo del boliviano.
Sin embargo, la inflación se mantiene en el país debido a la continua expansión del gasto público, además de una cantidad creciente de circulante en la economía formal e informal que presiona sobre la oferta haciendo subir los precios de los alimentos y últimamente del sector de los servicios.
De esta manera, utilizar el tipo de cambio como un instrumento antiinflacionario resulta insuficiente para cumplir dicho objetivo.
El Gobierno debe aplicar otras medidas para enfrentar la inflación. Por ejemplo, para que los alimentos bajen de precio en el mercado interno se debe ayudar al pequeño, al mediano y al gran productor agropecuario a producir más y que no se le restrinja la posibilidad de que pueda exportar libremente. Asimismo, si el Gobierno quiere tener precios artificialmente bajos en el mercado interno, entonces debe demostrar que tiene la capacidad para evitar que estos salgan de contrabando.
El sector de las exportaciones no tradicionales es el más afectado con la decisión de apreciar el boliviano ya que un tipo de cambio hacia la baja resulta un desincentivo para el exportador porque le resta competitividad, al encarecer los costos de producción y para la comercialización de su producción.
Es cierto que un dólar más barato favorece a las importaciones y perjudica a las exportaciones, en el primer caso porque abarata los productos extranjeros y en el segundo porque encarece nuestros productos para la exportación.
De tal manera, un tipo de cambio hacia la baja lo que hace en realidad es favorecer tanto a los importadores legales como a contrabandistas, perjudicando a los empresarios bolivianos productores. Si la dinámica de bajar y bajar el tipo de cambio continua, al final terminaremos siendo un país importador.
Brasil está apreciando su moneda, sin embargo al mismo tiempo está asumiendo políticas sectoriales para que sus sectores productivos no pierdan competitividad en su propio mercado interno y tampoco en el exterior.
El sector exportador no tradicional boliviano requiere producir más, abastecer al mercado interno, exportar y generar más empleos. Esto se conseguirá con una seguridad jurídica y mercados sin restricciones.
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