Imagínese que encuentra un billete antiguo. A simple vista es un pedazo de papel que podría haber estado años perdido en el rincón del baúl que escondía la abuela en el depósito y que luego de décadas saliera a la luz.
Seguramente si usted no conoce nada sobre numismática podría creer que el billete no tiene ningún valor y lo deje guardado como un recuerdo; pero en cambio para una persona que conoce acerca del valor histórico de ese papel moneda este hallazgo podría convertirse en un gran tesoro, y en el mejor de los casos ésta podría ser la pieza faltante en su colección privada.
Los conocedores saben que el secreto real del valor de estos billetes no se encuentra en el estampado numerario que ostenta, sino en la historia que se tejió antes y través de su circulación en la sociedad.
En la antigüedad no existía el dinero y la adquisición de bienes se realizaba simplemente a través del cambio directo de mercadería por mercadería, es decir, el trueque; pero conforme las sociedades fueron desarrollando las necesidades se incrementaron, por lo cual se hizo necesario un medio de intercambio generalizado es así cómo fue desarrollando el concepto de dinero.
Billetes centenarios
La situación no fue diferente para Bolivia. En la naciente tierra de la libertad, el dinero no era un concepto ignorado, más al contrario existía un intercambio saludable y óptimo de monedas y poco a poco fueron incursionando los billetes.
Fernando Molina Butrón, presidente de la Sociedad Numismática de Bolivia asegura que los primeros billetes que circularon en este país fueron impresos en 1866 en la República de la Argentina. “Una de las principales características de estos billetes era la ostentación de litografías argentinas, se considera que éstos fueron impresos específicamente para su intercambio con monedas de plata y posiblemente por ello se deba a la exclusividad de su circulación como moneda en los departamentos de Potosí y Sucre”, asegura Molina.
Asimismo, afirma que hasta la fecha no se encontró el decreto o ley nacional que autorizó la impresión de estos billetes; sin embargo, se convirtió en un tipo de cambio de moneda muy habitual.
Lo que sí se sabe es que en aquel entonces la Argentina tenía necesidad de promover su economía debido a la realización de intercambios comerciales que realizaba con Inglaterra, y que por ello se había quedado sin moneda circulante, por lo tanto, las monedas de plata les dieron un empuje relevante a su economía.
Debido a su rareza es que los coleccionistas actuales tratan de poseer uno de estos billetes centenarios, no importa en las condiciones que éste se encuentre.
Dinero privado
Bernardo Rico Araníbar, past presidente de la Sociedad Numismática de Bolivia, asegura que la primera orden de publicación de los billetes nacionales se dio en 1866 durante el gobierno de Mariano Melgarejo; el cual empezó a circular el 24 de enero de 1867 cuando se creó el Banco Boliviano. Esta primera impresión de billetes estuvo a cargo de la National Company of Bills de Nueva York en valores de 10, 20, 50 y 100 pesos.
No pasó demasiado tiempo para que este mismo Gobierno autorizara mediante un decreto a los bancos privados la impresión de sus propios billetes. Sin embargo, esta emisión debía estar respaldada por oro; si la entidad bancaria se negaba era investigado y podía ser cerrada.
El numismático asegura que la impresión de este tipo de billetes se realizó desde 1867 hasta 1911, y ya en 1928 se fundó el Banco Central de Bolivia, con lo que defitinitivamente ya no se autoriza la circulación de otro tipo de billete.
la banca privada
A partir de 1867, los bancos locales comenzaron a sacar sus propios billetes y uno de los primeros fue el Banco de Francisco Argandoña; así también en 1900, el Banco Comercio emitió billetes propios en cortes de 1 y 5 bolivianos. El mismo año lo hizo el Banco Industrial de La Paz; el Banco Agrícola y el Banco Mercantil en cortes de 1, 5, 10, 20, 50 y 100 bolivianos.
Durante este periodo más de una docena de bancos emitieron billetes extraordinariamente raros, cuyo valor va más allá del rol económico.
Es así como varios bancos nacionales tuvieron cierto protagonismo; entre ellos podemos nombrar a Francisco Argandoña, que sacó dos series, en la primera se presenta el Castillo de La Glorieta, es decir, su propia casa y en la segunda, en un billete de corte de cinco, salía el propietario junto a su esposa, denominada la princesa.
Asimismo, se sabe que estos billetes no tenían mucha aceptación a nivel nacional puesto que sólo contaba con una sucursal de cambio en Sucre y en los otros departamentos el cambio de moneda se realizaba hasta en 6 por ciento menos de su valor real y por ende la gente no quería recibirlos y por lo tanto no le otorgaba el valor correspondiente.
Otro de los casos relevantes es la emisión que realizó el Banco Mercantil, propiedad del Barón del estaño, Simón I. Patiño, quien realizó algunas extravagancias en la emisión de sus billetes, por ejemplo:
A sus hijas Graciela y Elena, y a su amada esposa las colocó en el billete de 100. Asimismo, el Banco de Comercio, con sede en Oruro, también lanzó algunos billetes bastante peculiares que sólo tuvieron circulación en dicha ciudad, señala el especialista Bernardo Rico; y por esta razón son piezas más cotizadas tanto a nivel nacional e internacional.
Rico asegura que otra de las joyas dentro del mundo de la numismática boliviana son los billetes emitidos en 1945 y en 1962, puesto que cada una de ellos tenía dos impresiones, las cuales variaban de acuerdo a la casa de impresión que se empleó. La diferencia más notoria se encuentra en el tamaño, pero mantenían el monto y el color anterior.
Cabe recalcar que la primera emisión de 1962 tenía otra peculiaridad, este billete ostentaba una doble denominación, es decir, que tenía impreso su valor de dos maneras, una era de 20 pesos bolivianos y la otra 20 mil pesos y ya en la segunda se suprime una de ellas. Es por ello que la primera emisión de billetes de esta época es la más buscada.
Últimos billetes privados
En 1911, fue creado el Banco de la Nación Boliviana que se convirtió en uno de los bancos privados más importantes, tanto así que en 1914 durante la presidencia de Ismael Montes, se ordenó que la emisión de billetes sea otorgada de forma exclusiva a dicha entidad bancaria.
Bernardo Rico asegura que una de las primeras medidas implementadas por dicha entidad fue recuperar los billetes de los otros bancos de circulación nacional y procedió a destruirlos incinerándolos. “Ésta es una de las razones para que buena parte de los modelos se haya perdido”, aseguró el numismático.
En 1928, se creó el Banco Central de Bolivia, en base al Banco de la Nación Boliviana, y nuevamente el destino de los billetes se vio modificado. Esta vez la nueva entidad se encargó de aglutinar los billetes emitidos por su antecesor, Banco de la Nación Boliviana, y los selló con diferentes colores de acuerdo a su valor.
Con la creación del Banco Central de Bolivia también se dispuso la emisión de nuevos billetes con dimensiones más grandes y de corte de 10, 20, 50, 100, 500 y 1.000 bolivianos. En esta oportunidad el banco eligió a American Bayoneta Company de Nueva York para la impresión de los billetes.
En los primeros diseños aparece la imagen de Simón Bolívar, el Cerro Rico de Potosí y el escudo de Bolivia y se eligieron colores llamativos para los nuevos billetes, como: el azul, verde, naranja, café y lila.
A partir de entonces la impresión de moneda nacional está bajo la jurisdicción de este banco y aún se mantiene hasta nuestros días.
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