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23 octubre 2017
La obsesión por Luciana se descontroló con regalos
Juan Pari Mamani (27) se descontroló por el amor que sentía por Luciana Reynaga, una bailarina argentina que enamoró con el desfalcador del Banco Unión y que recibía regalos lujosos del exfuncionario, hoy detenido en el penal de máxima seguridad de Chonchocoro, cerca de la ciudad de La Paz. La extranjera ostentaba los obsequios mediante sus redes sociales.
Luciana se llenó de lujos mientras duró su relación con Juan Pari. Tenía todo, desde ropa de marca hasta vehículos de lujo y departamentos, tanto en La Paz como en Santa Cruz de la Sierra.
Juan y Luciana se conocieron en la capital cruceña. Ella fue bailarina erótica del club nocturno Paradise, donde Pari llegaba junto con su amigo Alexis Calderón, detenido en el penal de San Pedro, en La Paz. Según una fuente vinculada en la investigación, Pari se obsesionó con Luciana y ella aprovechó esa pasión para exigir regalos de lujo. Juan no midió gastos y le dio todo.
El informante detalló que la relación entre Juan y Luciana empezó en el club Paradise y se asentó cada vez que Pari llegaba a la capital oriental. “Siempre llegaba (a Santa Cruz) con regalos, primero teléfonos, ropa y luego ya hacían viajes a La Paz”, dijo.
Ostentación y lujos
En los videos filmados por Luciana se ve que ostenta ropa de marca, viajes al exterior, hoteles de lujo, teléfonos celulares de última gama y mensajes, supuestamente para Pari, en los que le pide que le conceda una tarjeta de crédito para pagar los gastos de viajes.
Luciana fue aprehendida cuando realizaba una tran-sacción financiera junto con Juan Pari y está detenida preventivamente en la cárcel de Obrajes, en La Paz, acusada de enriquecimiento ilícito y de favorecimiento al enriquecimiento ilícito por la supuesta complicidad con el exfuncionario del Banco Unión.
Las investigaciones apuntan a que Luciana Reynaga tendría escondida la mayor parte del millonario desfalco.
Juan Pari Mamani fue jefe de Operaciones de la agencia del Banco Unión en Batallas, en el departamento de La Paz. Ocupó ese cargo un año y desde diciembre de 2016 hasta agosto de esta gestión logró desfalcar a la entidad estatal Bs 37,6 millones.
Hoy guarda detención preventiva en el penal de máxima seguridad de Chonchocoro. El acusado; sin embargo, trabajaba desde 2011 en otras agencias de la entidad financiera estatal.
A la fecha existen 13 detenidos preventivamente y dos guardan detención domiciliaria, uno de ellos es Juan Carlos Gott, con quien, según Pari, tenía un negocio de renta de autos de lujo.
Pari tenía dos tipos de vida. A Luciana la contentaba con regalos y también lo hacía con su esposa, pero en ese ámbito los obsequios eran más familiares.
Juan le montó a Luciana un negocio en Santa Cruz y le compró dos departamentos en barrios exclusivos de La Paz y de la capital cruceña. Además, en un video difundido por el mismo Pari se ve que le regala a la extranjera un Mercedes Benz diseñado por el ex funcionario bancario.
“Gorda, esto irá a tu nombre”, le dice Juan a Luciana, mientras ella observa el coche de lujo y le responde que el vehículo “es un exceso”. Pari se limita a reír y pide a funcionarios de la importadora que abran el capó para ver el motor del coche.
Luciana lo tenía todo y vivió lujos en Santa Cruz y en La Paz, pero también lo hizo en Buenos Aires, donde iba junto con Juan Pari con mucha frecuencia.
La extranjera, con pocas amigas en Obrajes
Luciana Reynaga C. está recluida en el penal de mujeres de Obrajes, al sur de la ciudad de La Paz. Llegó al recinto penitenciario luego de ser detenida tras intentar realizar una transacción con Juan Pari Mamani. En la cárcel no logró hacer muchas amigas y vive aislada por decisión propia.
Una reclusa de Obrajes cuenta que la argentina coopera en las labores diarias del penal, como la limpieza. “No se hace lío, pero no se la ve mucho, prefiere estar adentro (celdas) y sale de vez en cuando”, dice.
Luciana sale pocas veces al patio del penal. Lo hace para recibir visitas de sus abogados o de sus allegados, que en este caso se limitan a sus amigas. No quiere hablar con extraños y no autoriza visitas a su nombre.
Otra reclusa dice que la extranjera “es una más” de la cárcel y que no ostenta lo que en libertad logró tener. “No es como la (Gabriela) Zapata, que no quería hacer nada y solo compraba favores y obligaciones”, relata.
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