En la vida, las personas están cada vez más expuestas a muchas situaciones que pueden repercutir negativamente en su salud, en sus pertenencias o, incluso, privarnos de la vida. Todo ello lleva consigo, además, un gasto económico que, la mayoría de las veces, resulta muy elevado. Ante esta realidad, surge la necesidad de incorporar al proyecto de vida el concepto, la práctica y el valor de la autoprotección anticipada a través de la adquisición de un seguro que cubra el daño, al menos en cuanto a los gastos se refiere.
Para cubrir estas necesidades, es que han surgido las empresas aseguradoras que prestan diferentes servicios acordes a los requerimientos de los diferentes sectores de la población.
"El seguro no es otra cosa más que el contrato que se establece con una empresa aseguradora. En dicho contrato, denominado 'póliza', la empresa se compromete a que si la persona que compró el seguro sufre algún daño en su persona (enfermedades o accidentes e incluso la muerte), o en algunos de sus bienes (automóvil, empresa, taller o casa) por cualquier motivo (robo, incendio, terremoto), dicha persona (o quien ella haya designado como beneficiario) recibirá la cantidad de dinero acordada en la póliza. A este dinero se le conoce como "indemnización'", destaca la Fundación Inade e Instituto Atlántico del Seguro.
Las empresas aseguradoras no pagan únicamente con dinero el daño que el asegurado o alguna de sus pertenencias haya sufrido, sino que, según el tipo de aseguradora y de contrato, pueden llegar a reparar ese daño. Por ejemplo, si se trata de una enfermedad, la persona será hospitalizada en la clínica con la cual la compañía de seguros tenga un convenio de servicios, o acudir a la de su preferencia y recibir posteriormente de la aseguradora el reembolso de los gastos. Si tuvo un accidente automovilístico, su carro será reparado en los talleres con los que la compañía aseguradora sostenga convenios.
De la misma forma, la póliza establece la cantidad de dinero que el asegurado deberá pagar a la empresa cada mes o en el tiempo que ambos hayan acordado. A este dinero que se le paga a la compañía de seguros se le llama "prima". Para muchas personas resultará obvio, pero es importante resaltar que no se podrá contratar un seguro cuando el interesado haya sufrido un accidente o desarrollado alguna enfermedad, ni cuando el automóvil, por ejemplo, ya esté chocado o haya sido robado.
Para que el seguro que se contrata sea el adecuado en función de las necesidades reales de protección, el consumidor debe valorar conjuntamente varios factores como son: las coberturas, la entidad aseguradora, otros servicios adicionales al seguro, y el precio.
Es lo más importante, ya que de la elección de las coberturas depende el nivel de protección de los bienes. En el mercado existen muchas opciones, incluso dentro de una misma aseguradora; por ello, es fundamental conocer bien su significado y alcance, y compararlas hasta encontrar aquellas que se adecuen a las necesidades reales de cada individuo.
Conocer cuáles son los riesgos o circunstancias que no cubre el seguro, también resulta una información muy relevante al contratar.
Un requisito imprescindible es que la entidad aseguradora esté legalmente autorizada para ejercer la actividad aseguradora. A lo largo de la vida del mismo es la interlocutora con el asegurado, quien le suministra la información y le ofrece el servicio.
Es recomendable contratar empresas sólidas y financieramente solventes para que la respuesta en caso de siniestro sea la adecuada y el asegurado esté tranquilo con el producto que ha adquirido, recomienda la Fundación Inade.
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