Para los próximos años, no se atreve a adelantar que hay un país mejor o peor preparado para los retos que vienen para el sistema de pensiones en América Latina. Promueve que cada uno busque sus propios modelos.
Se acaba de publicar el libro Panorama de las pensiones: América Latina y el Caribe, ¿qué nos muestra la investigación realizada al respecto?
Es un libro que busca arrojar información comparativa sobre los sistemas de pensiones de la región. No aboga por ningún sistema en particular, sino que busca aportar información que mejore la gestión de los sistemas de pensiones en la región.
¿Qué información aporta?
Que las tasas de cobertura de la región son muy bajas. Hoy en día, hay muy pocas personas que están contribuyendo a una pensión y eso hace que a futuro peligren las pensiones de mucha gente de la región.
Se estima que unos 80 millones de personas, no cobrarán una pensión con la cual van a poder vivir, por encima de la pobreza en su vejez. Eso nos puede llevar a la acción, movilizar reformas y cometidos para poder evitar que ese panorama se cumpla. Ese es el primer mensaje.
¿Qué clase de pensiones tenemos?
La publicación también mira la suficiencia de las pensiones que van a recibir las personas. Ahí vemos que hay mucha heterogeneidad en los países en cuanto al tamaño o monto de la pensión que van a recibir, medido en función de su último ingreso.
Es decir, lo que llamamos tasa de reemplazo. Hay algunos países que tienen una tasa muy alta y otra muy baja. En ambos casos, se va a tener que evaluar si eso es apropiado. Tanto en los países que las tienen muy alta y, particularmente, aquellos países que tienen sistemas de reparto.
¿Los estados van a poder frente a esas obligaciones? Y en aquellos donde están muy bajas, van a tener que plantearse si van a cambiar de alguna manera los parámetros del sistema para que las pensiones sean más altas.
¿Qué rescata este estudio del sistema boliviano?
Es un sistema muy interesante, tiene un pilar básico y universal. En mucho de nuestros trabajos lo hemos puesto como un modelo para la región, puesto que pensamos que es un país que ha puesto mucha importancia para evitar el riesgo de la pobreza en la vejez para toda la población. Eso es algo que pensamos que Bolivia está por delante del resto de países de la región.
Como todo, creemos que es muy importante asegurar que el monto de la pensión sea sostenible, que sea suficientemente alto para que garantice una pensión razonable para la población y, al mismo tiempo, sea sostenible desde el punto de vista de las finanzas del Estado.
Pero desde el punto de vista del diseño, es un modelo que al BID siempre le ha parecido muy interesante.
¿Bolivia es un ejemplo para la región?
En un libro que sacó el BID hace un año, que se llama Mejores pensiones, mejores trabajos, Bolivia quedó como el país donde la cobertura al adulto mayor es el más alto. Porque es el único país que ha garantizado una cobertura del 100% a sus adultos mayores.
¿Por qué?
Al ser una pensión básica universal, se garantiza, al menos, una cobertura ante el riesgo de pobreza en la vejez, a toda la población. Un tema que sí es muy importante en Bolivia es que en la medida que las personas tienen ingresos por encima de la pobreza (clase media), en la medida que no ahorren adicionalmente, es decir que mientras no tengan una pensión por el lado contributivo, van a recibir una pensión muy baja en relación con su último ingreso.
Entonces, es posible que la pensión básica universal no sea suficiente para garantizar que su ingreso no decaiga mucho en la vejez.
Al margen de ello, ¿todos los países deberían mejorar sus propios sistemas?
El libro indica que, de alguna manera, todos los sistemas de pensiones de la región van a sufrir una fuerte presión a raíz de los cambios demográficos que se están produciendo de manera muy rápida en la región. De una región que hoy en día es joven.
¿Qué estadísticas manejan?
Aproximadamente entre un 6 y 7% tiene más de 65 años. Pero en poco menos de 30 años, este porcentaje llegará al 20%. Entonces, cuando una de cada 5 personas sea adulta mayor, el poder sostener los sistemas de pensiones va a costar mucho más.
¿Qué deben esperar los gobiernos?
Cualquier promesa, cualquier beneficio pensional, su costo se va a triplicar. Si uno no se prepara y de alguna manera no se conciencia, y si las cuentas públicas no se preparan para eso, van a tener una presión muy grande y va a subir mucho el costo de tener esas prestaciones.
El libro alerta que la demografía es inexorable, el envejecimiento no se para y la demografía es la cosas más predecible que hay. Como tal, si estamos ante un fenómeno totalmente predecible, también deberían ser predecibles las políticas de los gobiernos, que deberían prepararse para poder enfrentar este envejecimiento que viene.
¿Esta evaluación de los países es urgente?
Es urgente porque América Latina tiene hoy en día los próximos 20 años, un bono demográfico importante. Es hoy cuando en la población joven, la población que está en el mercado de trabajo está en su pico. Pero ese bono demográfico se va a acabar muy pronto y cuando lo haga y los países se den cuenta de que mucha gente no ha contribuido casi nada para una pensión y, por lo tanto, va a pensionarse con pensiones o sin pensión o pensión muy baja, ya no habrá mucho que hacer. Ya será demasiado tarde
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