31 mayo 2015

Las entidades financieras analizan a fondo las utilidades y la cartera Un autorretrato de la banca

¿Cómo se ve a sí misma la banca? Ciertamente, se trata de un sector determinante para la economía que, en los últimos años, ha experimentado reformas capitales.
Es innegable que el Gobierno ha trabajado con ahínco en la ampliación de la oferta crediticia, como lo confirma la promulgación de nuevas normas para el sector financiero que han reconfigurado este mercado clave para la economía.
Rige una nueva ley para el mercado financiero, que ha sido complementada , en lo esencial, con los decretos reglamentarios de las tasas para el sector productivo y para la vivienda social, de las metas intermedias para que la cartera se concentre en el sector productivo y para la conformación de fondos de garantía que faciliten el acceso de los usuarios a los préstamos para la casa propia.
Pero, ¿cómo ha recibido la banca esta nueva normativa?
Hace poco la Asociación de Bancos Privados de Bolivia (Asoban) se reunió con los medios informativos para explicar su posición sobre los grandes temas de la agenda financiera. En lo que viene a continuación, se ha efectuado un resumen sobre esos puntos de vista, que valen como un autorretrato de esas entidades financieras.
Sobre las utilidades
En la banca, se tiene la percepción de que hay una inadecuada estigmatización de las utilidades o ganancias que deja la actividad de la intermediación financiera.
Se enfatiza en que el funcionamiento de la banca es particular, porque se trata de un sector cuyo ciclo no termina en la generación de utilidades. El eficiente desempeño de las entidades bancarias deriva en un círculo virtuoso que es vital para la economía.
Tal ciclo virtuoso se desarrolla en medio de un adecuado clima de inversiones, pero también aporta a que éste se consolide.
En toda sociedad bancaria, las utilidades, según lo que resuelva el directorio, se reparten como dividendos para los accionistas o bien se destinan a la reinversión, lo cual implica un refuerzo de capital, que a su vez permite que un banco pueda ampliar su capacidad de colocar más préstamos que incrementan su cartera (el conjunto de créditos).
Con este aumento de patrimonio, sube la capacidad de intermediación, pues por cada dólar de capital un banco puede colocar 10 dólares en créditos. Si se cuenta con una mayor disponibilidad de préstamos, la población consume más, invierte, produce, crea empleo y tiene expectativas económicas estables.
Si hay cada uno de los anteriores eslabones, la banca aporta al crecimiento de la economía.
Pero una satanización de las utilidades –por ejemplo, se ha asegurado que la banca gana mucho y como nunca- puede derivar en una presión, aseguran los banqueros, sobre los márgenes financiero, operativo y neto que sustentan el negocio bancario.
En lo que respecta al margen financiero, se debe tomar en cuenta que la reducción de tasas de los préstamos al sector productivo y para la vivienda social ocasiona una caída de los ingresos financieros; el establecimiento de las metas de cartera, el célebre 60% para créditos productivos y de vivienda social y un 40% para los demás sectores, causa una caída en el financiamiento para el resto de las actividades económicas; el aumento en las tasas pasivas implica mayores gastos financieros.
La presión sobre el margen operativo procede del Impuesto a la Venta de Moneda Extranjera, que tiene los efectos de bajar los ingresos por esta actividad y, además, causar la desintermediación de las operaciones cambiarias.
En cuanto al margen neto del negocio, la presión proviene del Impuesto a las Utilidades de las Empresas, con una alícuota de 25%, del Impuesto Adicional a la Utilidad Total del 12,5% y de la asignación del 6% de las utilidades netas a la constitución de fondos de garantía para facilitar el acceso a los créditos de vivienda sin cuota inicial.
Según los banqueros, la carga tributaria para el sistema financiero es del 60%. Las presiones combinadas sobre el margen neto repercuten en una menor capacidad de generación de capital interno.
A diciembre de 2014, el sistema bancario registró utilidades por 272 millones de dólares; a marzo de 2015, las ganancias llegaron a 61 millones de dólares. De acuerdo con Asoban, la rentabilidad del sistema es de 14,5%, lo cual implica que por cada 100 dólares de capital la utilidad es de 14,5 dólares.

De esos 272 millones de dólares, los bancos aseguran que destinaron 164 millones de dólares a la capitalización o reinversión, lo cual representa un 60,3% de las ganancias.

La cartera y sus proyecciones
Al primer trimestre de 2015, la cartera de la banca aumentó en 245 millones de dólares con respecto a la de 2014. Los depósitos bajaron levemente en 91 millones de dólares, aunque por un efecto estacional que se registra todos los años.
La cartera total, a marzo de 2015, llegó a 13.277 millones de dólares.
El crédito empresarial sumó 2.578 millones de dólares; el que se destina a las pequeñas y medianas empresas (PyME) 2.609 millones de dólares; el microcrédito, 4.011 millones de dólares; el hipotecario,2.715 millones de dólares y el de consumo 1.364 millones de dólares. Con relación a diciembre, sólo el crédito para PyME se redujo.

Ahora bien, como se sabe, la nueva regulación sobre la cartera establece que los bancos múltiples, integrados en Asoban, deben llegar a un nivel mínimo de 60% del total de la cartera, entre créditos destinados al sector productivo y para vivienda de interés social, en un plazo de cinco años. El 40% de préstamos es para otros sectores.

La evolución de estos porcentajes es lenta. La meta, llamada intermedia –hasta que se llegue al quinto año al 60%-, para 2015, por ejemplo, es de 57% de cartera no productiva frente a un 43% de cartera productiva y de vivienda social; en 2014, se tenía una cartera no productiva de 63% y de cartera productiva y de vivienda social de 37%; a marzo de 2015, esas proporciones son de 62% y 38%, respectivamente.

Los banqueros sostienen que se ha efectuado un gran esfuerzo para colocar más cartera productiva, pero, pese a ello, el avance es casi imperceptible: Apenas se ha crecido un 1% y todavía faltan cinco puntos para llegar a la meta de 2015.

La observación de fondo de los banqueros es la siguiente: Cumplirán y están de acuerdo con la nueva Ley de Servicios Financieros, pero no con la metodología para establecer las metas intermedias de cartera. No es un cuestionamiento de fondo, sino de forma.
La relación 60/40 para los préstamos puede ser un chaleco de fuerza que no responda a la realidad del negocio de intermediación financiera.

El cumplimiento de esas metas de cartera puede llevar a que los sectores que no son productivos se queden sin acceso a los préstamos vitales para el desarrollo de sus actividades. Debido a la obligación de elevar la cartera productiva y para la vivienda social, los bancos pueden perder importantes segmentos del mercado, lo cual, como es lógico, ocasionará una disminución en las utilidades. En suma, el efecto es un golpe al ciclo virtuoso de la intermediación financiera.

Los banqueros han iniciado tratativas con el Gobierno para modificar esta forma de definir las metas para sus préstamos.

Sólo se trabajó en la oferta,
pero no en la demanda
La nueva normativa financiera se ha concentrado en uno de los polos del negocio bancario: la oferta. Pero, ¿cuál es el estado de la demanda en el sector financiero? Esto equivale a preguntarse si hay o no buenos tomadores de créditos. Una vez que se ha logrado una buena oferta crediticia, ¿qué medidas se aplican para que haya una excelente demanda de préstamos?
No hay, por ejemplo, incentivos fiscales ni una efectiva lucha anticontrabando. ¿Cómo puede un empresario impulsar un nuevo proyecto si tiene competidores desleales en el mercado? Son cuestionamientos de fondo.
Si un empresario asume el riesgo de colocar un producto en el mercado, muy pronto descubrirá que no tiene ningún incentivo fiscal que apoye su iniciativa y que, además, el contrabando cubre su potencial mercado con un producto similar o de menor calidad que el suyo, pero de precio bajo. Con este panorama, ¿conviene arriesgarse y tomar un crédito? La respuesta es negativa.
Mejorar las condiciones de demanda es un nuevo desafío para el Gobierno.

Cinco condiciones
Según Asoban, para que la banca secunde con eficiencia el crecimiento económico precisa cinco condiciones: Un adecuado clima de inversiones; seguridad jurídica; la generación de utilidada suficientes para la capitalización y así propiciar una mayor expansión crediticia; la revisión de la carga impositiva y un cambio de la forma de aplicación (60/40) para el establecimiento de las metas de cartera del sector productivo y vivienda social.



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