El riesgo es una situación potencial que puede producirse o no, que nos podría ocasionar un daño en caso de que se materialice. En el caso del mercado de valores la materialización del riesgo se traduce en una pérdida económica para el inversionista, por ejemplo, cuando una inversión se desvaloriza .
Toda inversión entraña un riesgo; y una de las primeras preguntas que todo inversor debe hacerse antes de invertir, ya sea en el mercado de valores o en cualquier otro mercado, es: ¿a qué riesgos me enfrento al invertir mi dinero?
Los principales riesgos a los que nos enfrentamos al invertir en la bolsa son:
Riesgo de Mercado. También conocido como riesgo sistemático, este riesgo va relacionado con las tendencias de mercado que afectan a los movimientos que se producen en el mercado acentuando así su riesgo, asociado a la variabilidad y volatilidad a la que se enfrenta el mercado en general, así como la relación con los ciclos económicos. Este tipo de riesgo es el más amplio y abarca todos los activos financieros: bonos, fondos, acciones, etc.
Riesgo de liquidez. Este riego se puede dar cuando se quiere vender o liquidar un determinado valor, pues puede darse el caso de que no haya compradores para ese valor; y la falta de liquidez en el mercado nos empuje a venderlo a un precio inferior. Este riesgo es mayor cuando se compran acciones u otros valores de renta variable y es mucho menor cuando se adquieren valores de renta fija, como bonos, pagarés bursátiles, valores de titularización y depósitos a plazo fijo.
Riesgo no sistemático. Entendemos por riesgo no sistemático aquel riesgo particular de cada empresa, es decir, el riesgo resultante de factores propios y específicos de cada compañía. Este tipo de riesgos afecta solamente a la empresa en sí, no al resto del mercado. Para paliar este riesgo es recomendable verificar siempre la tendencia de las calificaciones de riesgo de los emisores.
Este riesgo habitualmente se dice que es "diversificable", porque existe la posibilidad de reducirlo o controlarlo a través de una diversificación adecuada, diversificación orientada a lograr una cartera de valores óptima.
Riesgo operativo. Es aquel que abarca todas aquellas pérdidas financieras originadas por fallos o deficiencias que puedan sufrir los procesos, personas, tecnología, sistemas internos, etc. Estos riesgos son muy poco frecuentes cuando las transacciones se llevan a cabo en mercados regulados y supervisados.
Riesgo de contrapartida. Este riesgo surge cuando una de las partes cumple con su obligación en la compra-venta y la otra parte no lo hace simultáneamente. Se elimina de las operaciones llevadas a cabo a través de un mercado organizado, pues en este las agencias de bolsa responden por los compromisos asumidos por sus clientes.
Riesgo legislativo. Este tipo de riesgo no depende directamente del mercado, sino que depende de la autoridad que tiene la potestad de cambiar o crear leyes que puedan afectar a determinados sectores o al mercado en general. Se recomienda prestar atención a las leyes pendientes de ser promulgadas que pudieran afectar de manera negativa al valor anteriormente seleccionado.
Riesgo precio. Es uno de los riesgos que el inversor suele tener más en cuenta, ya que una disminución en el precio puede hacer que su inversión pierda valor. Principalmente el precio de una inversión se refleja a través de los diferentes factores que afectan a la oferta y la demanda. Las acciones ordinarias y otros valores de renta variable están más expuestos a este tipo de riesgo. Los valores de renta fija lo están cuando se presentan cambios pronunciados en la tendencia general de las tasas de interés.
Riesgo inflación. Es uno de los riesgos más destacados entre los inversores, ya que si la tasa de inflación es mayor al rendimiento que genera nuestra inversión, el dinero invertido tendrá un poder de compra menor, y por lo tanto obtendremos un retorno real negativo. Es decir, la inflación reduce el rendimiento que genera una inversión.
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