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04 agosto 2016
Tras 10 años, la economía de Bolivia baja de ritmo
Bolivia parece haber vivido una década de oro que se va quedando atrás. El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) registró un promedio superior al 4 por ciento al punto de alcanzar sus mayores picos en 2008 (6,2 por ciento) y 2013 (6,8 por ciento). Sin embargo, a partir de ese año, se percibe una caída en los porcentajes de crecimiento, en lo que los economistas llaman desaceleración. Para 2016, sin embargo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) proyecta para este año un crecimiento de 4,5 por ciento para Bolivia en medio de una contracción del continente de 0,8 por ciento.
En términos de PIB nominal, se subió de los 11.384 millones de dólares de 2006 a 34.403 millones en 2015, aunque para 2016, se proyecta llegar a 38.260.
Para el Gobierno, sin embargo, el crecimiento del PIB será de 5 por ciento, y el PIB nominal llegará a 57 mil millones de dólares.
Un análisis del Instituto Boliviano de Comercio Exterior, interpreta que la economía boliviana logró mantenerse estable durante los últimos años gracias al aumento del precio de las materias primas en el mercado internacional, con un crecimiento económico promedio desde el 2006 de 5 por ciento.
"Los diez años del Gobierno del presidente Morales fueron coincidentes con una extraordinaria expansión de los mercados de los principales productos de exportación bolivianos, en gran parte impulsados por el crecimiento de la China", y su "voracidad" de materias primas, interpreta, por su parte, un análisis del economista Juan Antonio Morales para la Fundación Milenio.
A ello, se sumaron las remesas de los trabajadores emigrados y las condonaciones de deuda externa.
El precio del petróleo, al cual está ligado el precio del gas natural, y los precios de los metales así como de la soya aumentaron muy fuertemente con relación a los del año 2003. Este ciclo largo de precios duró más o menos 10 años, desde 2004 hasta 2013, aunque el precio del petróleo recién comenzó a caer a mediados de 2014.
Para el analista económico Alberto Bondadona, el gran problema es que el Gobierno no supo suplir las exportaciones tradicionales por otro ingreso, es decir no se tiene un aparato productivo, que responda de manera activa para el desarrollo nacional.
Asimismo, para el economista Pablo Cuba, Bolivia pudo haber crecido mucho más con el boom de materias primas, pero el país tiene una base productiva muy débil. Además, también están otros factores que hicieron de trabas, como el cierre de mercado de Estados Unidos, la caída de otras economías, como la venezolana, la apreciación excesiva de la moneda, que desincentivó las exportaciones, y la caída de las remesas.
"Bolivia no logró cambiar su matriz productiva, pese a la bonanza"
ANÁLISIS
René Martínez Céspedes, economista Fundación Jubileo
Hemos perdido una gran oportunidad
Bolivia se ha favorecido de los altos precios de las materias primas y el petróleo durante los últimos 10 años, y el Producto Interno Bruto (PIB) ha crecido de la mano de este fenómeno, y con el descenso de los precios del petróleo y de la demanda de materias primas, baja también nuestro crecimiento.
Hemos tenido una gran cantidad de recursos públicos que significaban una gran oportunidad de cambiar la estructura económica del país. Muchos de los argumentos de por qué no podíamos despegar se resumían en que no había ahorro interno, pero en esta década sí lo hemos tenido para inversiones en el sector público.
El plan de desarrollo del actual Gobierno contemplaba un cambio de la matriz productiva, objetivo que incluso fue incluido en la nueva Constitución Política del Estado (CPE), cuando se habla de la reinversión productiva de los recursos de los sectores estratégicos, es decir llevar el dinero del gas hacia otros sectores que generen mayor valor agregado, den empleo y garanticen sostenibilidad, es decir diversificar la economía. Esto no ha ocurrido, no hemos diversificado, seguimos siendo tan o más dependientes de las materias primas. No logramos un aparato productivo consolidado. Se han dinamizado sectores, como servicios y construcciones, pero el objetivo era la industrialización.
Este fracaso no fue sólo culpa del Gobierno central porque los recursos del gas, a través del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) y regalías, llegan también a las gobernaciones y municipios, que tampoco hicieron inversión productiva: se han dedicado a hacer inversión en infraestructura, poner al día sus gastos corrientes y nada más.
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