Bolivia, entre los cinco países con menos inflación

Con un 5,19% de inflación acumulada en 2014, Bolivia se encuentra entre los cinco países de la región con el menor aumento de los diferentes productos y alimentos. Sin embargo, la Gobernación de Santa Cruz indicó que las cifras que muestra el Gobierno nacional no son "creíbles", siendo que la inflación real se encuentra en alrededor de 8% y 8,3%.

Bolivia en el centro de países con inflación. Bolivia se encuentra en el centro de los países con inflación de Sudamérica, por debajo de Perú (3,22%), Ecuador (3,55% a noviembre), Colombia (3,66%) y Paraguay (4,4%), sin embargo, el país está por encima de Chile (5,70% a noviembre), Uruguay (8,26%), Argentina (22,77% a noviembre) y Venezuela (63,6% a noviembre).

La inflación boliviana no se aleja con mucho de las estimaciones que tenía el ministro de Economía, Luis Arce Catacora, de bordear un 5% para este 2014.

José Luis Parada, secretario de Hacienda de la Gobernación cruceña, puso en duda los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) ya que señala que la inflación de alimentos en 2014 estuvo en 18% cifra menor a la realidad donde la población destina casi la mitad de su sueldo en este ítem, junto al transporte.

"Creo que el INE no está haciendo un buen trabajo con respecto al tema inflacionario, en alimentos y transporte se va casi el 50% del dinero, entonces hay que ver la inflación de otra manera y no solo reducir alimentos para mostrar una inflación controlada. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) tiene muchos productos que no se consume todos los meses (línea blanca)", dijo Parada.

Según el secretario de Hacienda, si hay 5,19% de inflación quiere decir que el incremento salarial va estar mínimo en 6% y eso también es inflacionario, por lo que propone un pacto fiscal para trabajar en alternativas de solución.

En este marco, el economista Germán Molina explica que la medición que realiza el INE para calcular la inflación se basa con una ponderación que se hizo en abril de 2007 y que otorga un menor porcentaje a los alimentos y vestimenta, por lo que conduce a subestimar el aumento real en los precios de la canasta familiar.