30 julio 2015

Inclusión digital: clave para el progreso

).- El acceso a internet cambió la vida de Cecilia Beltramo. Hace casi una década, esta traductora y editora argentina de 59 años, cambió la gran ciudad por la vida en el campo. Gracias a la tecnología Beltramo pudo cambiar la oficina y el smog por un escritorio con vista a la pampa argentina.

Pero la conexión al mundo, desde un campo ubicado a 135 kilómetros al suroeste de Buenos Aires, no fue tarea sencilla.

En busca de conectividad, Beltramo recorrió 25 kilómetros para llegar al pueblo más cercano y pagó 10.000 dólares a la única persona en la zona con experiencia en construcción de torres.

“La única forma de tener internet era construyendo una torre. Cuando tuve la oportunidad de construir la torre no lo pensé más“, cuenta Beltramo.

“El que la construyó es un señor muy, muy mayor, al que le dicen ‘el torrero’ porque su trabajo era construir torres parecidas a la mía para la cooperativa que presta servicios eléctricos en Lobos”, dice.

“La torre” es una construcción de metal de 30 metros de alto dotada de un pararrayos y coronada de un equipo que apunta a una antena ubicada en un pueblo cercano. La antena capta la señal y convierte la casa de Beltramo en una de las pocas casas de la zona con acceso a internet.

La casa de Beltramo se ha convertido en un punto de reunión para niños que aprovechan la conectividad para hacer sus deberes.

La experiencia de Beltramo es evidencia de cuánto ha avanzado el sector de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) en América Latina, y cuánto queda por recorrer para lograr optimizar la relación entre el acceso a internet y la generación de riqueza e inclusión social.

Según el Índice TIC de CAF -banco de desarrollo de América Latina-, entidad que financia diversos proyectos de digitalización en la región, la brecha digital es del 50%. Esto significa que la mitad de los latinoamericanos no tiene acceso alguno a la red. Apenas 10% tiene acceso a conexiones de banda ancha y 20 se conecta a través de la banda ancha móvil.

A nivel empresarial la penetración es mucho mayor. Según el estudio “El ecosistema y la economía digital en América Latina”, de próxima publicación y patrocinado por CAF, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el CET.LA Asociación Iberoamericana de Centros de Investigación y Empresas de Telecomunicaciones (AHCIET) y la Fundación Telefónica, la adopción de computación, Internet, y correo electrónico en el sector manufacturero del continente ha alcanzado niveles que superan el 70 por ciento. Sin embargo, en lo que respecta a la cadena de aprovisionamiento y los canales de distribución, el sector manufacturero todavía tiene que superar algunos obstáculos para avanzar en su digitalización.

A título comparativo, el porcentaje de establecimientos manufactureros en Suecia que interactúan con el gobierno mediante internet alcanzó el 88,8 por ciento en el 2009 (versus un promedio de 45,7 por ciento para América Latina), el porcentaje de los que adquirieron bienes por vía electrónica en Alemania fue de 48,0 por ciento en el 2007 (versus 41,7 por ciento en América Latina), mientras que 44,3 por ciento de los establecimientos en el Reino Unido recibieron órdenes de compra por el mismo medio en el 2008 (versus 32,42 por ciento en América Latina).

La reducción de la brecha digital se puede lograr mediante esfuerzos públicos y privados, sostiene Mauricio Agudelo, especialista en telecomunicaciones de CAF.

“Se requieren 143.000 millones de dólares adicionales para cerrar esa brecha digital de acá al 2020. Esos 143.000 millones no van a venir solos si no hay un marco institucional que promueva la inversión, la competencia, que disminuya la incertidumbre de las empresas“, señaló.

Agudelo participó recientemente en el Congreso Latinoamericano de Telecomunicaciones 2015 en Cancún, organizado por CAF, la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (ASIET), la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de México (SCT) y la GSMA. Entre los temas tratados en ese foro estuvo la importancia de la inversión en infraestructura como un catalizador del crecimiento social y económico.

Según cifras de CAF, en un estudio realizado en conjunto con Asiet, Cepal y la Fundación Telefónica, en los últimos cinco años la digitalización en América Latina ha contribuido 4,3% al Producto Interno Bruto regional y ha generado más de 900.000 empleos, convirtiéndose en un elemento clave para mitigar la actual desaceleración económica.

“Este es un mercado que contribuye de forma importante al PIB de las economías.” Expertos del sector lo catalogan como un sector transversal que contribuye de forma indirecta a otros sectores, afirma Agudelo.

Agudelo cita como ejemplos, el sector de servicios, el turismo, los servicios financieros, la minería y la agricultura.

”A pesar de la desaceleración que viene experimentando Latinoamérica, una mayor presencia de este sector en la economía mejora la productividad y acelera las tasas de crecimiento de los países“, agrega.

Con esto en mente, algunos gobiernos de la región han puesto en marcha iniciativas.

El Gobierno de Chile ha impulsado el programa ‘Startup Chile’. Este proyecto busca atraer emprendimientos en su fase inicial con el objetivo de que utilicen al país como una plataforma para salir al mundo. Y la ciudad de Medellín, en Colombia, se encuentra en pleno desarrollo de un distrito tecnológico que apunta a atraer empresas vinculadas con la ciencia y la tecnología, especialmente en los sectores de salud, energía y TICs.
A esto se suma la creciente penetración de la telefonía móvil, que facilita cada vez más la conectividad de los latinoamericanos.

Tanto el sector de las telecomunicaciones, como los gobiernos, cada vez más atribuyen a la banda ancha móvil “una enorme potencialidad para reducir la brecha digital,” afirma Gustavo Fontanals, experto en telecomunicaciones e investigador de la Universidad de Buenos Aires. “Esto dependerá de que se implementen políticas de promoción que aseguren que los desarrollos alcancen las zonas menos rentables y que apunten a reducir los precios de los servicios.”

Con políticas como estas, dice Fontanals, se “permitiría el acceso a los sectores de la población hasta ahora desconectados.”

Sectores como el de los niños del campo que van a casa de Beltramo a hacer los deberes a la sombra de su torre de metal.

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