Contrariamente a las connotaciones clandestinas del término la “banca en la sombra” es, de hecho, bastante notoria. En 2011 hizo operaciones por 23,7 billones de dólares en Estados Unidos, y 22,8 billones en la zona euro y por 9,2 billones en el Reino Unido. Según la Junta de Estabilidad Financiera, el monto agregado de esta actividad es casi la mitad del tamaño del sistema bancario regulado.
A pesar de sus asociaciones negativas con la crisis financiera global, la banca en la sombra desempeña un papel importante dentro del sistema financiero general, como explica Jorge Soley, del Instituto de Estudios Superiores de la Empresa de la Universidad de Navarra (España) en una reciente nota técnica al respecto. Los continuos esfuerzos regulatorios habrán de reducir los aspectos más arriesgados, señala Soley, pero subsiste la incógnita de si estos esfuerzos garantizarán que todas esas actividades financieras salgan de las sombras.
La regulación es la diferencia clave entre el sector bancario tradicional y la banca de sombra. Los bancos de sombra operan como bancos tradicionales en algunos sentidos y manejan créditos, vencimientos y liquidez, asumiendo los riesgos del prestamista y usando dinero prestado para comprar otros bienes. Sin embargo, no están regulados como los bancos. Por ejemplo, en una emergencia, no pueden pedir prestado del banco central ni tienen acceso a los recursos públicos de seguros, como son los fondos de garantía de depósitos.
Ya que muchas de sus actividades caen fuera de este marco regulatorio y protector, los bancos en la sombra exponen a los inversionistas a grandes riesgos. Pero estos mayores riesgos significan también mayores dividendos. Las alternativas rentables siempre serán deseables para los inversionistas, pese a todos los riesgos que puedan implicar.
A despecho de estos riesgos, estas instituciones desempeñan un papel clave. Mientras los bancos tradicionales están haciendo recortes, los bancos de sombra ofrecen oportunidades alternas de financiamiento en la economía real. Por lo tanto, un marco regulatorio amplio sería una espada de doble filo. Aunque vuelve más solventes a las entidades financieras, la mayor regulación puede tener un efecto negativo en la rentabilidad.
Los riesgos que asume la banca en la sombra no necesariamente están aislados del resto del sistema bancario. De hecho, son las interconexiones entre los dos sistemas lo que permite que los riesgos se esparzan hacia los bancos regulados. Cualquier debilidad que sea mal manejada, cualquier desestabilización del sistema de banca de sombra, puede desatar una oleada de contagio que afecte incluso a las instituciones que estén sometidas a las normas más altas de prudencia.
En cierta medida, las entidades de la banca en la sombra están monitoreadas a través de sus relaciones con los bancos.
Necesitan cumplir dos requerimientos relacionados con la transparencia contable y las transacciones entre los bancos y otras instituciones financieras.
La transparencia contable permite que los inversionistas identifiquen los riesgos en que incurren los bancos y su exposición al sector de la banca de sombra. En particular, las normas contables sobre la consolidación determinan si una entidad debe aparecer en la hoja de saldos consolidados del banco. Este último requerimiento es una innovación importante respecto de las regulaciones antes de la crisis, cuando la falta de información significaba que los inversionistas y las autoridades bancarias, por igual, eran incapaces de identificar debidamente todos los riesgos corridos por los bancos.
Hacia su regulación
En cuanto a las transacciones entre bancos y otras instituciones financieras, las instituciones de crédito están obligadas a confirmar que el originador o patrocinador de una transacción tiene un interés económico en por lo menos 5% de los bienes asegurados en dicha transacción.
En septiembre de 2013, el Grupo de los 20 (G20) apoyó las recomendaciones de la Junta de Estabilidad Financiera, basadas en la identificación de los principales riesgos dentro de la banca en la sombra. Este es un paso dentro de una campaña global para extender la regulación y la supervisión a todas las instituciones, instrumentos y mercados financieros de importancia sistémica.
Hay otras iniciativas que están ayudando a atraer a los agentes financieros periféricos hacia la órbita regulatoria, como la directiva Solvencia II de la Unión Europea, que se dirige a unificar el mercado de los seguros y a reforzar la protección del consumidor, así como la directiva Gerentes de Fondos de Inversión Alternativos.
Si bien estos esfuerzos son importantes para corregir muchos de los deslices sistémicos dentro del sistema financiero, no debe confundirse la regulación con la verdadera transparencia. Como señala Soley, las entidades financieras dentro del sector bancario regulado también tuvieron “una conducta desafortunada y poco ética”.
A fin de cuentas, las entidades financieras siempre buscarán los mercados alternos para impulsar la rentabilidad para sus inversionistas. Los futuros mercados alternos quizá nuevamente se encuentran a la sombra.
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