La economía mundial ha experimentado en este nuevo siglo cambios significativos que han tenido mayor repercusión en la liberalización de los mercados, entre éstos los mercados de capitales, además de una creciente participación del sistema financiero como un mecanismo a partir del cual se han llevado a cabo esas transformaciones.
El mercado financiero está formado por acciones, monedas, derivados, entre otros, y debe ser el que facilitará el crecimiento de los países en virtud de no existir restricciones a los flujos de capitales. Sin embargo, como resultado de la crisis financiera de 2008, se ha puesto en duda la desregulación de los mercados por el efecto recesivo que ha tenido sobre la realidad económica de los países.
Los países menos expuestos a los mercados financieros son los que han tenido menos efectos negativos sobre su economía real, pero no necesariamente sobre el desarrollo de los sectores modernos. Bolivia es uno de los casos más peculiares de ese fenómeno y que contrasta con la evolución que ha tenido la parte financiera de la economía boliviana con relación a los países vecinos de América Latina.
En ese sentido, se puede derivar, a partir de los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que el sistema financiero ha tenido una importante influencia sobre la economía real, pero esa influencia se ha concentrado en el sector secundario y terciario de la economía, es decir en la construcción y comercio.
De esta manera ha quedado más debilitado el sector primario por el poco incentivo para el desarrollo industrial en términos de exportación y competitividad.
Si bien la crisis mundial no se ha sentido en Bolivia en la magnitud que se ha dado en otros países, es posible que no tengamos nuevas oportunidades tan excelentes para desarrollar nuestra industria.
"Seguimos siendo un país primario-exportador con pocas posibilidades de desarrollar una economía formal más fortalecida en términos de aporte al crecimiento real de la economía nacional"
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