La inversión extranjera directa (IED) es una variable muy importante para el crecimiento de la economía mundial, regional y nacional. Su comportamiento es generalmente más estable pues depende de decisiones que se toman con un horizonte de largo plazo, a diferencia de los justamente llamados capitales golondrinas que son muy volátiles, porque apenas huelen la crisis se mudan rápido a buscar ganancias especulativas en otro lugar.
No obstante ello, es posible observar con datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD por sus siglas en inglés) que los flujos de entrada de la IED alcanzaron un máximo en 2007 y que como consecuencia de la crisis declinaron hasta 2009, pero, aunque se recuperaron, ésta sólo duró hasta 2011, para luego presentar una suave tendencia decreciente hasta 2014, cuando las entradas mundiales de IED habrían declinado en 7%.
Empero, si se excluye la desinversión o recompra de la operación de Verizon Wireless en los Estados Unidos, los niveles se habrían mantenido relativamente estables.
Según el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la inversión extranjera directa (IED) en América Latina y el Caribe cayó en 16% en 2014, mientras que en los países en desarrollo de Asia crecieron casi en la misma proporción, un 15%, mostrando un comportamiento muy diferenciado dentro de las economías emergentes. Es necesario tener presente que el peso de América Latina en el total de las entradas mundiales de inversión es sólo del 13%, mientras que los emergentes de Asia concentran el 39% de la IED.
Llama la atención que las economías en desarrollo, como se observa en el gráfico, concentren el 56% del total de las entradas de IED, pero que más de la mitad correspondan sólo a la inversión extranjera en China, Hong Kong, Singapur y Brasil. Estos cuatro países, considerados en desarrollo, están en el top de las cinco mayores economías recipientes del mundo, y China ocupa el primer puesto desplazando a Estados Unidos al tercer lugar.
En el caso de la región de América Latina y el Caribe, la disminución de la IED en 31.100 millones de dólares en 2014 se explica prácticamente por la caída de los flujos de entrada de la IED en México y en menor medida en Argentina y Brasil, el famoso Abramex con que se denominaba a los tres países más grandes de la región.
En el caso de Bolivia, la CEPAL muestra una caída del 63%, de 1.750 millones de dólares en 2013 a 648 millones de dólares en 2014. Empero, es conveniente aclarar que esos flujos corresponden a la inversión directa neta, puesto que la inversión extranjera bruta creció en 4,6%, al incrementarse de 2.029 millones de dólares en 2013 a 2.112,9 millones en 2014, según datos del Banco Central de Bolivia (BCB). Esta diferencia es importante y su explicación me recuerda a una apuesta que gané a un ministro de Hacienda en 2005 y que todavía no me la paga.
Contablemente, se registra la inversión directa extranjera bruta y se realizan unas deducciones, que también se denomina desinversión, para obtener la inversión neta. Una partida corresponde a la "venta de participación a inversionistas locales”, que comprende, en el caso de Bolivia en 2014, a la compra de acciones en la Transportadora de Electricidad, Pan American Energy y Transcierra por un monto total de 575,3 millones de dólares.
La otra partida que se deduce se llama "amortización de créditos relacionados”, que corresponde, como dice su nombre, al pago de deuda con empresas relacionadas, que generalmente es la empresa matriz, y que alcanzó a 858,3 millones de dólares. Si sumamos ambas partidas, alcanzan a 1.465,1 millones de dólares, los cuales, si se restan del total de inversión bruta, llegan a la cifra mágica de la inversión neta.
No obstante la explicación anterior, se mantiene la preocupación por el nivel alcanzado en 2014 que es similar al registrado en 2010 y corresponde a un punto de inflexión del máximo monto obtenido en 2013.
En términos de su proporción o participación respecto al PIB, que es la mejor forma de medir su importancia, el monto alcanzado en 2014 corresponde a 1,9% del PIB que es la cifra más baja registrada entre 2006 y 2014, según el BCB.
Esta situación nos confirma la necesidad de entender que la inversión directa extranjera es necesaria, compatible y complementaria con la inversión pública en el marco de la Economía Plural, dentro de la filosofía del presidente Evo Morales, de que necesitamos socios pero no patrones.
* El autor es economista.
Llama la atención que las economías en desarrollo, como se observa en el gráfico, concentren el 56% del total de las entradas de IED, pero que más de la mitad de ella corresponda sólo a la inversión extranjera en China, Hong Kong, Singapur y Brasil.
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