Tras el visto bueno de la banca y luego de 28 años de libre oferta y demanda, la actividad financiera ingresará a una nueva etapa de su historia, esta vez sometida a la regulación estatal de las tasas de interés y de la cartera de préstamos.
El jueves 13, en una reunión con el presidente Evo Morales, la Asociación de Bancos Privados de Bolivia (Asoban) aceptó que el Gobierno fije mediante decreto supremo las tasas activas (para créditos) y pasivas (para depósitos del público) para los créditos productivos y de vivienda social, una vez que se apruebe el proyecto de Ley de Servicios Financieros que sustituirá a la actual Ley de Bancos.
Antes del acuerdo, Asoban consideraba que el control de tasas era contrario a la expansión de los servicios bancarios o bancarización y advirtió que la medida restringiría el crédito, minaría la solvencia de las entidades financieras y pondría en riesgo el ahorro del público.
En relación con las tasas pasivas, el gremio bancario había sugerido que la regulación se limitara a proteger a la población ahorrista de menores recursos. Aún no se sabe si en el tratamiento en detalle del proyecto de ley se incluirá esta sugerencia.
En el convenio con el Gobierno, la banca también avaló que el Órgano Ejecutivo defina por decreto supremo los niveles mínimos de cartera -un conjunto de préstamos- para el sector productivo que las entidades financieras deberán acatar.
Anteriormente, Asoban había solicitado que se eliminara este artículo del proyecto de ley, debido a que el ahorro del público -el banco presta los recursos depositados por la gente- estaría expuesto a los riesgos de los créditos que deben otorgarse en virtud de los futuros decretos.
La banca argumentó que la disposición obstaculizaría las normas técnicas de supervisión y gestión de riesgos de las entidades financieras, porque habría un nivel de riesgo mayor al que se puede controlar.
Juan Antonio Morales, expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB), opinó que el control de tasas y la asignación de créditos por sectores es un retroceso a la década de los años 70.
“En este momento a lo mejor (el control) no tendrá ninguna consecuencia, porque las tasas están bajas, pero si cambia la situación económica en el mundo o en el país pueden convertirse en una camisa de fuerza para bancos y clientes, porque quienes tengan buenos proyectos van a ser excluidos. Las tasas deben ser dejadas a la oferta y demanda de fondos que tengan los bancos”, afirmó.
Además, dijo que la fijación de niveles mínimos de cartera para determinados sectores generó malas experiencias en los años 70. En esa época, por ejemplo, había una tasa de interés preferente para el sector industrial y también una asignación particularizada de financiamiento.
Para beneficiarse con esos créditos, las casas comerciales conseguían licencias industriales. Es difícil controlar esas asignaciones, a menos que se aumente el papeleo al comercio, añadió.
El analista Alberto Bonadona dijo que el control de tasas fracasó en el pasado.
Añadió que se puede fomentar la producción no sólo con créditos, sino con políticas públicas en sinergia o coordinación con el sector privado nacional.
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